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Ciencia|Miércoles, 19 de diciembre de 2007
DIALOGO CON EL BIOLOGO EDUARDO ARTZ

Estrés, genes, señales, tumores y cosas varias

El cuerpo tiene delicados y exclusivos sistemas regulatorios que gobiernan la reacción ante distintas situaciones como, por ejemplo, el estrés, mediante señales químicas y cascadas de respuestas que recorren el cuerpo como naves.

Por Leonardo Moledo
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El hipotético cronista, jinete de la ciencia, deambula sin rumbo (y sin caballo) por los muchas veces tenebrosos corredores del Pabellón 2 de la Facultad de Ciencias Exactas (y Naturales) con el firme propósito de atrapar a algún científico que quiera hablar con él, ya sea de rocas, de tumores o de curvas alabeadas y purísimas que se extienden de un extremo al otro del infinito. Busca entre las ciencias teóricas, que ve al mundo como un conjunto de teorías a ensamblar, y entre las ciencias empíricas, que ven a ese mismo mundo como un conjunto de hechos a subsumir en teorías, que vivirán audaces y poderosas como los antiguos dioses, se internarán por los caminos del conocimiento. Y de pronto se topa con Eduardo Artz, investigador principal del Conicet, miembro externo de la sociedad Max Planck de Alemania, profesor titular de biología molecular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA...

–Me imagino que sabe que su apellido significa “médico” en alemán.

–Claro. Y a veces me llegaban cartas dirigidas simplemente a Eduardo, ya que creían que ése era mi apellido y Artz un título que yo agregaba.

–Y desarrolla su Artze investigando en...

–En un campo específico de la biología molecular que es la neuroendocrinología molecular. Tenemos distintas líneas de investigación: todas apuntan a entender cómo funcionan las células del sistema neuroendocrino a nivel celular y molecular, en situaciones normales y en situaciones patológicas. Dentro de esto, hay dos líneas de enfermedades que afectan a este sistema: una es aquélla en la que se produce alguna patología que afecta el funcionamiento del organismo (como por ejemplo, la ansiedad y la depresión). Porque las hormonas del sistema endocrino regulan el estrés.

–¿Y la otra línea?

–Son los tumores que se producen en las glándulas del sistema endocrino. Resumiendo: estudiamos cómo funciona el sistema para entender cómo funciona en la normalidad y en la patología. Dentro de la patología, analizamos los dos casos que le mencioné y estudiamos sus consecuencias.

–Cuénteme cómo funciona ese mecanismo. Si quiere, claro está.

–Quiero, quiero.

–No, porque si no, lo dejábamos para otro día.

–No hace falta. Además, ese otro día puedo no estar yo, o no estar usted, y sería estéril. Mire, a nivel general funciona de la siguiente manera: las células del sistema nervioso central mandan señales hacia glándulas periféricas, señales que viajan por el torrente sanguíneo y son recibidas por estas glándulas.

–Señales químicas, supongo.

–¿Qué otras podrían ser?

–Telegráficas, telefónicas, radiofónicas.

–No, en este caso son hormonas. Bien químicas. Cuando llegan al lugar en donde tienen que ser recibidas, las hormonas se pegan a receptores y se dispara una cascada de eventos intracelulares, lo cual desencadena un programa de respuesta. Por ejemplo: si viene una señal de estrés, las hormonas viajan, se pegan a sus receptores y se desencadena una cascada intracelular que, después, hace que se produzca una respuesta en el organismo.

–¿Y de qué tipo es la respuesta?

–Ejemplifiquemos con el estrés. La hormona CRH (hormona liberadora de corticotrofina) se dispara desde el sistema nervioso central (el cerebro) y lo que hace es viajar a la glándula hipófisis, donde hay ciertos receptores a los que se pega y se dispara la cascada. Entre las cosas que produce en esa glándula, está la liberación de la hormona ACTH, que viaja a su vez hacia la glándula renal y hace que se dispare otra hormona, llamada glucocorticoide, que es muy importante para la respuesta al estrés.

–Por ejemplo, me ataca un león, o un grupo de skinheads....

–Entonces actúan señales nerviosas que involucran a la adrenalina y también actúa este eje. Empieza por la CTH, sigue por la ACTH, sigue por los glucocorticoides y finalmente usted pega un salto y grita de miedo. El sistema del estrés es curioso. La primera persona que lo dijo fue el fisiólogo húngaro Hans Selye: lo que puede hacer el sistema es fight or flight. Enfrentar la situación (pelear) o escapar.

–Yo no tengo duda de lo que haría, aunque no lo voy a decir. Pero ¿de qué depende que se haga una cosa o la otra?

–De montones de situaciones: todo el sistema molecular de genes, por ejemplo. Pero diría que es casi parte del carácter del individuo responder de una manera a determinado tipo de situaciones y de otra manera a otro.

–Bueno, ése es el funcionamiento normal del sistema. ¿Y el patológico?

–Dos líneas de patologías. En lo que hace a la funcionalidad, cuando está hiperactivo este sistema de CTH, es la base molecular que puede derivar en determinados tipos de depresión. Hay toda una línea de investigación que lleva a modular (con fármacos que actúen sobre estos receptores) estas patologías (antidepresivos). No están en el mercado todavía, es parte de la investigación experimental. La otra es que las células de la hipófisis que reciben estas señales son muy pasibles de provocar tumores...

–Me impresiona un poco que hable de tumores, así a la ligera...

–No se impresione, casi siempre son tumores benignos. Esto es muy interesante y nosotros estudiamos mucho los eventos genéticos de esta tumoro-génesis. Hace poquito clonamos un gen nuevo que no se conocía, en hipófisis. Después descubrimos que está en muchas partes del organismo y que es un gen maestro que sirve como respuesta del organismo por la falta de oxígeno. Es un gen al que bautizamos Rsume y que se publicó hace muy poquito tiempo en la revista Cell (una revista muy importante del campo de la biología) y que actúa en muchos tipos de tumores, y lo que hace es etiquetar las proteínas.

–¿Etiquetar las proteínas?

–Sí, etiquetarlas y cambiar su destino dentro de las células. Por ejemplo, una proteína que ya había cumplido sus funciones y se iba a degradar. es etiquetada y viaja a determinada organela, o al núcleo, y actúa de determinada manera. Entre las proteínas que reciben esta etiqueta se encuentra la respuesta hipoxea de la célula. Nuestro gen, en particular, es un maestro de este mecanismo y lo que hace es adaptar la célula a la falta de oxígeno. Es un tema importantísimo en vascularización y en tumorogénesis. Porque los tumores, cuando empiezan a crecer, padecen falta de oxígeno. Entonces usan esta maquinaria para sobrevivir. Así se vascularizan, reciben sangre, nutrientes, vasos sanguíneos...

–¿Y eso sucede en todos los tumores o sólo en la hipófisis?

–Lo hemos encontrado en varios sectores del sistema nervioso central, no es exclusivo de la hipófisis. El gen se expresa en varios tejidos, es un mecanismo bastante generalizado. Este gen, además, a través de esta maquinaria no sólo regula la vascularización sino que también regula un factor clave en la inflamación, un factor de transcripción. Que se da en distintas situaciones y, también, por supuesto, en la respuesta a tumores.

–Esto es ciencia normal, ¿no?

–¿A qué se refiere con ciencia normal?

–A lo que Kuhn dice que es la ciencia normal: resolución de enigmas planteados por el paradigma general.

–Interesante la pregunta. Una de las aproximaciones que hicimos nosotros para descubrir este gen fue a través de un sistema abierto. Veamos. Uno de los objetivos de laboratorio es buscar genes involucrados en la génesis de tumores. Para eso seguimos dos caminos; uno es buscar genes candidatos; de esa manera basamos nuestras hipótesis en conocimientos ya existentes y nos propusimos probarlas. El otro fue buscar cosas que no estaban previstas, mediante técnicas de comparación entre células normales y células tumorales. Esa técnica tiene un nombre en biología molecular: “diferencia al display”. Análisis comparativo, diferencial. Se comparan los patrones de expresión genética de ambas células y salen diferencias que muchas veces son absolutamente inesperadas. Y uno se encuentra con muchas cosas raras, que no sabe qué son, y de repente se cruza con un gen como el que nos encontramos nosotros. Un gen que todavía no había sido estudiado nunca. Y salió por un análisis abierto, no por uno predeterminado.

–¿Algo más que quisiera decir?

–Bueno, sí. Destacar la labor de los becarios que trabajaron día y noche para que pudiésemos publicar en Cell nuestro trabajo sobre este gen (que es un logro importantísimo para la ciencia argentina y que es el resultado de cuatro años de investigación silenciosa). Lo otro: nosotros trabajamos en colaboración con el Instituto Max Planck, y una de las consecuencias fue la concreción de un instituto partner con el Conicet en Argentina, que se firmó hace unos días y se va a hacer en el futuro polo científico de Palermo. Es una cosa muy importante porque hacer un instituto mixto con la sociedad Max Planck tiene una importancia grande para la ciencia.

–¿Y esto se transmite al aparato biomédico?

–Sí, por un lado el aparato biomédico toma lo publicado en las revistas y hace cosas con eso; por otro lado, nosotros trabajamos en colaboración con médicos clínicos de tumores hipofisarios y con neuroendocrinólogos. Estamos en permanente diálogo y debate. Eso es muy interesante y muy productivo tanto para nosotros como para ellos.

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