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Contratapa|Miércoles, 27 de abril de 2011

Visiones

Por Rodrigo Fresán

Desde Barcelona

UNO He visto cosas que ustedes los humanos no podrían creer. Naves de ataque en llamas en el hombro de Orión. Contemplé rayos C brillando en la oscuridad junto a la Puerta de Tannhäuser... Bueno, en realidad yo no vi todo eso. Lo vio el replicante Roy Batty modelo Nexus 6 en Blade Runner. Lo que yo sí he visto son las fotos marca Hubble de “la mayor explosión vista en el Universo”. Y la verdad que impresionan esos “brotes de rayos gamma” y “un agujero negro desgarrando una gran estrella” à la Roy Batty. Colores cósmicos un poco Rothko, un poco Pollock. El universo es expresionista y abstracto. De ahí la necesidad figurativa de los antiguos de injertarle dioses, unicornios y signos zodiacales. Y el verlos desde aquí nos obliga a preguntarnos cómo nos verán desde allá. El Kilgore Trout de Kurt Vonnegut escribió mucho sobre el asunto. La respuesta es: nos ven graciosos. Lo que no significa que tengamos gracia.

DOS He visto que esos científicos con tiempo libre han descubierto –y van...– para qué sirve otra área del cerebro. Ahora toca “la que nos hace sentir vergüenza”. Y la ubicaron haciéndoles oír “My Girl” de The Temptations a 75 cobayos humanos. Me pregunto qué parte ubicarán si les ponen “Helter Skelter” de The Beatles. Mejor no, por las dudas.

TRES He visto a mucha gente silbando “Take Me to the Church on Time”, muy interesada por la renovada estupidez de un nuevo casorio principesco. Pocos espectáculos más patéticos: la sangre azul actuando para que así la sangre roja les permita continuar fluyendo. Pastel de boda y circo.

CUATRO He visto –como todos los años por estos días– a los canales de televisión rezumando películas de gladiadores épicos y de centuriones conflictuados y de predicadores con túnicas subidos a la base de lanzamiento de una cruz. En todos los casos, la lección será la misma: mejor quedarse en casa. Sin ir más lejos: en toda su carrera de Mesías, Jesucristo recorrió apenas 80 kilómetros. Y miren cómo le fue al pobre. ¿Quo vadis? Del living a la cama.

CINCO He visto por la calle a Shakira (agujero rubio y teñido) desgarrando a Piqué a besos (estrella fugaz).

SEIS He visto al Barça empatar y perder en pocos días. Créanme: no es tan grave. Los diarios, por las dudas, previenen y dan consejos para no sufrir infartos frente al televisor. No es mi caso. A mí el fútbol me relaja, me zombifica, me traza la más plana de las líneas. Y la historia continúa en la Champions League. Mientras tanto, madrugada de Jueves Santo, el bobo de Sergio Ramos dejó caer la copa y fue aplastada por el autobús del Real Madrid camino a la pagana diosa Cibeles. Presagios...

SIETE He visto a un ladrón de cálices incendiar la sacristía de la Sagrada Familia y –La Madrugá se aguó por primera vez desde 1933– a los creyentes llorar por el mal tiempo sevillano que les impide sacar a pasear a esas estatuas a las que la Biblia prohíbe adorar. Es una pena que los noticieros no informen o muestren imágenes de las peleas a puñetazos y patadas entre las hermandades para marcar territorio o de los combates cuerpo a cuerpo entre religiosos de diferentes equipos ideológicos frente al Sagrado Sepulcro en Jerusalén porque Jesús es mío y yo lo vi primero y yo lo tengo más grande que el tuyo y Pep Guardiola o Mourinho y Messi o Cristiano R. En cualquier caso, está claro que los próximos tiempos pertenecerán a los divinos dragones chinos mientras los moros vuelven a entrar a España por la puerta grande. Aún no recuperan Granada, pero todo parece indicar que el estadio Santiago Bernabeu –santuario del Real Madrid– a la brevedad pasaría a llamarse Emirates Bernabeu previa paga multimillonaria de la aerolínea árabe. Por su parte, el Fútbol Club Barcelona ya lleva el sello de la Qatar Foundation y el Royal Emirates Group acaba de comprarse al Getafe. Alá es grande, darle pelota.

OCHO He visto a la candidateable para próximas elecciones generales y ministra de Defensa, Carme Chacón, con un mapita en mano explicando que España seguirá en guerra (o, como se prefiere, en “conflicto”) contra Khadafi (o como se escriba), que la prórroga elevará nuestra factura de 25 a 43 millones de euros y que todo va bien en la operación Unified Protector. ¿Y quién les pone nombres a estas operaciones? Púberes con fantasías sexuales con Gatúbela. ¿Justicia Duradera? ¿Odisea del Amanecer? La única Odisea del Amanecer que conozco es la de cuando me despierto a eso de las 4 de la mañana con ganas de ir al baño y me cuesta tanto decidir si voy o si mejor aguanto un rato entre las sábanas hasta que empiece Crucifixión Cotidiana. Espartaco soy yo. Y todos ustedes.

NUEVE He visto por doceava vez a miles de personas saliendo a comprar rosas y libros. Sant Jordi. Y, tantos años después, sigo sin saber si se trata de algo sanamente enfermo o enfermizamente sano. En cualquier caso, felicitaciones a escritores, libreros, editores y agentes. Y a mí, que me tocó el nuevo monstruo marca Taschen: los archivos de Stanley Kubrick para el Napoleón que no pudo filmar.

DIEZ He visto –antídoto para tanto cristiano devorado en Coliseo de próxima privatización– por centésima vez Blade Runner. Otra de mártires y pecadores. La primera versión, que es la primera que vi y, por lo tanto, la que quise antes que a ninguna otra. Con chandleriana narración en off y –luego de las últimas palabras del perseguido profeta Roy Batty, abandonado por su padre y fabricante a su imagen y semejanza– panorámico final ¿feliz? con títulos de cierre. Y pocos lo saben: esas últimas y vertiginosas tomas paisajísticas que los productores le impusieron en su momento a Ridley Scott son sobrantes de las muchas –demasiadas, infinitas– tomas que hizo Stanley Kubrick para los títulos de apertura de El resplandor. Lo que produce un efecto curioso: una de las cumbres del cine futurista con androides acaba nutriéndose de gran neogótico film con fantasmas.

ONCE He visto que el próximo noviembre sale una biografía del genial Kurt Vonnegut. Unstuck by Time, se titula, en directa alusión a la frase con que se nos presenta al viajero espacio-temporal Billy Pilgrim, protagonista de Matadero-5. Se sabe que Vonnegut –uno de los más serios y divertidos escritores en toda la historia de la humanidad– fue un dedicado depresivo. De ahí esa mezcla de alegría y tristeza de sus libros en los que un hombre bueno que contempló de cerca demasiados horrores, siempre acaba lamentándose, también, por “todos esos momentos que se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”. Vonnegut se definía como humanista (“gente que intenta comportarse decentemente sin ninguna expectativa de recompensa celestial luego de morir y, como ningún creador del universo se nos ha presentado hasta la fecha, sirviendo lo mejor que puede a esa otra gran abstracción sobre la que sí tenemos algún conocimiento y comprensión conocida como comunidad”) y, como va la cosa, lamentaba la posibilidad de que sus nietos “pudieran perderse esa aventura espiritual que son los libros”. Así, visto y considerando, habiendo visto demasiado y nada de ello especialmente bueno de ver –colgado de una viga como Roy Deckard, sin estar del todo seguro de ser hombre o máquina– aquí me despido y cierro la pantalla y el teclado de esta ventana electrónica para abrir esa puerta electrónica. No es –como diría el vidente interestelar Roy Batty– “tiempo de morir” y soltar la paloma. Todo lo contrario. Seguir en otro medio, otra dimensión que, aunque ficticia, suele ser tanto más digna de nuestras creencia que esta cada vez más inverosímil realidad.

DOCE He leído...

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