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Contratapa|Jueves, 3 de abril de 2003

Intelectuales contra la guerra

Por Mempo Giardinelli
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Mientras en todo el mundo hay movilizaciones en contra de la guerra en Irak, en las últimas semanas esa creciente oposición mundial incluyó también a muchos estadounidenses, que recibieron respuestas violentas de la policía y del gobierno. Cientos de manifestantes fueron arrestados en Boston, Nueva York, San Francisco, Filadelfia y otras ciudades, y muchos intelectuales admiten hoy que les resulta cada día más difícil mantener una posición activa contra la guerra, a raíz de las presiones que reciben. Personalidades como Noam Chomsky y James Petras, entre otros, han denunciado amenazas, censuras y espionaje, y es sabido que muchos periodistas han debido autocensurarse para conservar sus puestos.
Por eso, a la par de la denuncia permanente del atropello militar al pueblo de Irak que cada uno hace, y en defensa de la libertad de expresión, algunos intelectuales rioplatenses impulsamos la idea de colaborar en la divulgación y conocimiento público de lo que ocurre dentro de los Estados Unidos. El texto que sigue ha sido firmado por 26 intelectuales de varios países, al constituir el Comité Internacional de Intelectuales contra la Guerra:


El mundo vive horas de espanto. Desde la Casa Blanca, el Pentágono y otros centros de poder en los Estados Unidos, se organiza una guerra que está resultando un genocidio basado en intereses petroleros y de la industria armamentista, y en la necesidad de ocultar negocios sucios (Enron y otros). No sólo se arrogan el derecho de masacrar pueblos enteros en nombre de la democracia, sino que quieren convertir la sangre iraquí en petróleo y en nuevos negocios de la supuesta “reconstrucción”. Para ello han iniciado una guerra que es ilegal, ilegítima y profundamente inmoral.
Con el pretexto de derrocar a Saddam Hussein (quien es sin duda un dictador condenado por la comunidad internacional, aunque fue sostenido durante años por la Casa Blanca hasta que dejó de serle útil), decenas de miles de soldados han invadido Irak, ocupando parte de su territorio a sangre y fuego, enviados y conducidos por personas de dudosa honorabilidad y decencia, como George W. Bush, Richard Cheney y Donald Rumsfeld, y con la complicidad de dos jefes de Estado europeos: Tony Blair y José María Aznar.
Mientras esto sucede, dentro mismo de los Estados Unidos se vive una histeria patriotera que menosprecia la libertad y la privacidad de sus propios ciudadanos. Cientos de extranjeros han sido arrestados y otros miles son vigilados de continuo. El golpe de Estado mundial que ha significado el ataque unilateral a Irak, pasando por sobre el Derecho Internacional y anulando en la práctica a las Naciones Unidas, en los hechos también representa un severo menoscabo de las libertades en el propio territorio de la Unión Americana.
Las manifestaciones de ciudadanos que reclaman la Paz y se oponen a esta guerra obscena han sido reprimidas en ciudades como Chicago, Nueva York, Filadelfia y San Francisco. Muchos pacifistas han sido arrestados y, en consecuencia, pueden quedar fichados como criminales. Los discursos chovinistas se multiplican y en buena parte de la población crece el desprecio hacia los árabes, los franceses, los eslavos, los latinoamericanos y los asiáticos. Algunos diarios ya empiezan a reclamar acciones contra el “peligro” de Corea del Norte, en un contexto en el que los grandes medios de comunicación norteamericanos censuran incluso la información doméstica, presionan a sus trabajadores y manipulan a la opinión pública.
Pero son muchos los intelectuales, artistas y académicos norteamericanos que denuncian en el exterior lo que apenas si pueden denunciar en su propio país. Ellos, opositores a esta guerra inmoral, comprueban a diario que la disidencia cada día es más riesgosa y que dentro mismo de los Estados Unidos ha pasado a ser motivo de exclusión y condena. Ya se ha informado de la existencia de “listas negras” en la industria del cine y en ámbitos académicos, y se denuncian escuchas telefónicas permanentes.
Hay famosos periodistas que han sido echados de sus trabajos por informar verazmente de lo que acontece en la guerra. Muchas personas reconocen en privado que sienten temor y se ven forzadas a autocensurarse para no perder sus empleos o no ser discriminadas y perseguidas. Las denuncias de quienes proclaman la verdad en Estados Unidos están condenadas a resonar en campana de palo.
Ante esta gravísima situación, los abajo firmantes consideramos que es nuestro deber no solamente manifestarnos en contra de esta guerra infame –cuya principal víctima es el pueblo de Irak, y por supuesto también la intelectualidad de ese país– y de sus responsables, sino también brindar nuestro apoyo y solidaridad a la intelectualidad norteamericana, sometida a un oscuro régimen de censuras y persecuciones políticas e ideológicas, con el pretexto de practicar “actividades antiamericanas”.
Por ello decidimos constituir un Comité de Solidaridad con los colegas censurados o perseguidos por luchar contra la guerra. Este comité dedicará sus esfuerzos a dar información veraz sobre lo que de verdad acontece en el seno de la sociedad norteamericana, así como sobre las continuas incursiones bélicas de sus ejércitos por todo el planeta.
Invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unirse a nuestra lucha pacífica por la Libertad. Sin otra bandera que la dignidad humana, la paz y la hermandad entre todos los pueblos de la Tierra, NO a la guerra, SI a la paz y la libertad de expresión.

Firman: Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Fernando Butazzoni, Mario Delgado Aparaín, Tomás de Mattos y Mauricio Rosencof (Uruguay); Juan Gelman, Luisa Valenzuela, Angélica Gorodischer, Héctor Timerman y Mempo Giardinelli (Argentina); Antonio Cisneros (Perú); Luis Sepúlveda, Pía Barros, Sonia González-Valdenegro, Ramón Díaz Eterovic y Diego MuñozValenzuela (Chile); José Manuel Fajardo y José Vicente Peiró Barco (España); Jaime Barba (El Salvador), Adriana Malvido (México), Abdón Ubidia y Raúl Vallejo (Ecuador), Guido Rodríguez-Alcalá (Paraguay), Jorge Franco (Colombia) y Tabajara Ruas (Brasil).

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