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Contratapa|Jueves, 3 de mayo de 2012

Pakistán se está enojando

Por Juan Gelman
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Se explica: el domingo que pasó, aviones no tripulados (ANT) de EE.UU. atacaron una escuela abandonada en Waziristán Norte y mataron a sus cuatro ocupantes, “presuntos terroristas”, aunque no se ha explicado todavía si lo eran o apenas gente sin techo que eligió el lugar para dormir. Una característica terrible de estas guerras es el anonimato de sus víctimas, de las que en los medios desaparecen nombres, edades, condiciones de vida, y todo se funde en un número, una mera cifra que sirve para contar cualquier clase de objetos.

Este hecho elevó la temperatura de las relaciones Pakistán/EE.UU., aliados en la guerra contra el talibán, que ya venían tensas por la repetición de misilazos en la zona paquistaní lindante con Afganistán donde, en efecto, hay bases guerrilleras, pero que más bien están “infestadas” de tribeños del lugar. En noviembre último, un ataque aéreo estadounidense que bombardeó bases paquistaníes en esa zona fronteriza y se cobró la vida de 24 soldados “aliados” (www.washingtonpost.com, 11-11-11) había ya agravado la tirantez entre los dos países. La Casa Blanca lamentó el suceso, pero todavía está debatiendo si pedir disculpas o no.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Pakistán calificó estas operaciones de “violaciones de la integridad territorial y la soberanía nacional” y subrayó que se llevan a cabo “en total contravención del derecho internacional y de las normas establecidas por las relaciones interestatales”. Obama se defendió atacando: su principal asesor en seguridad interior y guerra contraterrorista, John Brennan, declaró el mismo domingo: “Infortunadamente, en la guerra también hay bajas civiles... a veces hay que tomar vidas para salvar vidas”, aunque no explicó cómo la muerte de casi 3000 personas, casi todas ellas no identificadas, salvó vidas (//abcnews.go.com, 29-4-12). Y no mencionó que estos bombardeos con ANT se producen en países con los que Washington no está en guerra: Pakistán, Yemen y Somalia. Cualquiera puede tener un olvidito.

Al día siguiente, en cumplimiento de una indicación de Obama, Brennan formuló declaraciones detalladas sobre las políticas y consideraciones que explican el empleo de ANT contra los terroristas, al que calificó de “legal”, “ético” y “conforme a los principios de necesidad y proporcionalidad” (www.lawforeblog.com, 30-4-12). Insistió en que “nada en el derecho internacional” prohíbe matar “enemigos” fuera del campo de batalla, afirmación que convierte al mundo entero en un campo de batalla. El Pentágono ya lo practica mediante ejecuciones extrajudiciales en cualquier país. Pero ésas son operaciones clandestinas y los ANT son notorios.

Obama, durante su hasta ahora único mandato, quintuplicó las operaciones de ANT en relación con las ordenadas por W. Bush a lo largo de sus dos presidencias. La CIA llega a sostener que borró del mapa a 600 talibán sin matar a un sólo civil con tales ataques, pero oculta que minutos después de lanzar uno, los ATN regresan para liquidar a los vecinos que acuden a socorrer a posibles sobrevivientes. Así lo verificó in situ la Oficina de Periodismo de Investigación de la City University de Londres (BIJ, por sus siglas en inglés). Su informe más reciente, solicitado por el Sunday Times, señala que la campaña de la CIA con ANT “ha matado a decenas de civiles que se aprestaban a ayudar a las víctimas o asistían a funerales” (www.thebureauinvestigates.on, 4-2-12).

La investigación de la BIJ registra que de mayo de 2009 a junio de 2011, “al menos quince ataques contra quienes intentaban rescatar a las víctimas fueron noticia en medios serios, incluidos The New York Times, CNN, Associated Press, ABC News y Al Jazeera”. Recuerda que a los funerales de Khwaz Wali Mehsud, un comandante talibán de mediana importancia, concurrieron unas 5000 personas, no sólo talibán, sino muchos vecinos, y un nuevo ataque de ANT acabó con la vida de 83, de los que 45 eran civiles, diez niños entre ellos. El informe de la BIJ apareció pocos días después de que Obama afirmara que esos ataques eran un esfuerzo preciso y bien dirigido a los blancos que “no ha causado un número elevado de bajas civiles”.

Sarah Crowe, representante de Unicef, ha dicho que “aun la muerte de un sólo niño por los misiles de los ANT o por ataques suicidas, es una muerte de más. Los niños no tienen lugar en una guerra y todas las partes deben hacer lo máximo para protegerlos de ataques violentos en todo momento”. Es evidente que esas máquinas no saben leer: según la organización caritativa británica Childs Victims of War (//childsvictimsofwar.org.uk), los ataques de los ANT han provocado ya la muerte comprobada de 175 niños. A saber a cuánto asciende en realidad su número.

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