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Contratapa|Jueves, 5 de mayo de 2005

Historia de cronopios y de Feria

Por Juan Sasturain
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Perseguidor perseguido, Charlie Parker fue alcanzado por la infructuosa muerte hace cincuenta años. Y se cumplieron veinte –hace apenas unos meses–, de que Julio Cortázar, escritor escrito largamente, fuera encuadernado para siempre por la consuetudinaria editora universal de obras y vidas completas. Pero con letra y música de ambos, el saxo alto y el cuento largo siguen tocando juntos desde 1959 en todas las bibliotecas del mundo en que se guarden Las armas secretas, en los estantes y los exhibidores de la Feria siempre renovada, en la del año pasado y pisado, en la que vive y colea todavía desde Plaza Italia a la entrada de la Rural. Impresionante.
El martes, sin ir más lejos, la ceremonia se repitió. Entre multitudes de famas y nubes de esperanzas que se codeaban adrede y sin querer por los saturados pasillos, hubo cita no excluyente de cronopios de toda laya para recordar al dúo y sus alrededores significativos. En la sala Javier Villafañe, una de las más abiertas al tumulto externo y de las menos cuidadosas de la integridad de los discursos interiores, fue presentada en sociedad y despanzurrada en público la revista libro El Perseguidor, con la que el cabeza dura de Diego Viniarsky rema desde hace una década hacia él sabrá dónde. La cuadrada publicación alcanzó la docena de entregas y se jugó esta vez, para celebrarlo, el todo por el Julio.
De todos los Julios, precisamente, El Perseguidor eligió como tema o punto de cruce de su edición especial al más incómodo de empaquetar –triciclo ideológico–, el de “Policrítica a la hora de los chacales”, texto famoso del filo de los setenta, cuando arreciaba la polémica alrededor de los excesos de besos y de procesos en la relación con la Revolución Cubana. Nada nuevo en la cuestión –se dirá–, tantas décadas después.
Lo nuevo fue la reflotada “policrítica”, un neologismo cortazariano que ensamblaba –en elegante francés traducido– “política” con “crítica” mediando un “cri” (grito) intermedio de advertencia al conformismo y la salida oportunista. Como bien ha dicho Viniarsky, además, “la hora de los chacales” son/fueron/serán aún para Latinoamérica todas las horas. El Perseguidor y los cronopios de turno antenoche en la Feria pusieron el reloj una vez más en hora.
Osvaldo Bayer, Nicolás Casullo, Carlos Fuentes, Horacio Salas, Nicolás Rosa, Héctor Schmucler, Tomás Eloy Martínez, Jorge Madrazo, Luisa Valenzuela, Basilia Papastamatiu y varios más menos nombrados (pero tanto o más sagaces) polianalizaron y policriticaron por escrito y desde todos lados al Julio en cien páginas de persecución individual y colectiva en pelotón calificado. Algunos de ellos, además, atendieron en vivo a los requerimientos de tantos famas, esperanzas y cronopios de a pie como los que suelen en estos días superpoblar una Feria en que los redundantes charlatanes proliferan. No fue éste el caso.
Ya tarde, silbando Parker’s mood o recitando tramos de Torito o Reunión, actores y espectadores, perseguidores y perseguidos alternativos se dispersaron en la noche para difundir la vieja y buena nueva de que todo puede ser –además– otra cosa de lo que parece que es.

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