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Contratapa|Miércoles, 23 de noviembre de 2005

Cosas en el aire

Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
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AVIONES Decimos “cosas en el aire” y lo primero en que pensamos es “aviones”. Pero hay aviones de muchos tipos y yo ahora pienso en las cárceles voladoras Made in USA –fletadas por la CIA para transportar presos relacionados con el terrorismo islamista– que, sin avisar, utilizaron los aeropuertos españoles de Palma de Mallorca y Canarias. Diez vuelos o algo así. La ruta Bagdad-Guantánamo con escala en la península ibérica. Vuele ahora, pague después y, si alguien sabe cómo vuelan los aviones, que me lo explique.

EROSION La enfermedad de los aviones se llama “fatiga de materiales” –cansancio de flotar, abruptas subidas y bajadas, erosión de nubes– y es la misma enfermedad de los presidentes o jefes de gobierno. Recientes encuestas –las encuestas también están hechas de aire, de brisa invisible que arrasa y arrastra– aseguran que Zapatero cae y que Rajoy sube. Que el PSOE aterriza y el PP despega. No es tan así; pero lo cierto es que con poco más de año y medio volando, Zapatero experimenta turbulencias y se ajusta el cinturón y ya se ha anunciado que su “talante” mutará a “núcleo duro” o “nueva etapa” para “recuperar confianza”. Para empezar, ha acusado al PP de propagar “pura bazofia informativa” y...

CANSANCIO ... quizá la verdadera fatiga la sientan los españoles. De un tiempo a esta parte, los políticos de por aquí parecen trenzados en constantes duelos estilo Capitán Alatriste. Sólo les falta abofetearse las mejillas con guantes y elegir padrinos. El tema levitante del Estatuto Catalán, por ejemplo. Las múltiples denominaciones, las reuniones constantes, las informaciones en cuanto a que los catalanes –los políticos catalanes, no los catalanes que votan a los políticos y a quienes, otra vez, según las encuestas, todo el tema los tiene bastante despreocupados– ahora rechazan el término “identidad nacional” como variante del término “nación”. Puro aire caliente. Lo que en realidad importa –y mucho– es haberle ganado 3-0 al Real Madrid. Celebrarlo no como un milagro sino como recompensa por haber hecho las cosas tan bien y con tanta deportiva alegría jugando como los dioses.

RELIGION Y Dios los mira desde arriba y, abajo, los hombres y mujeres españolas continúan discutiendo sobre los alcances de la nueva ley de educación y la polémica obligatoriedad o no de la materia de religión. Yo tuve religión en un colegio y lo cierto es que el concepto siempre me resultó extraño. Es decir: ¿primero se aprende, se estudia para el examen, se rinde con éxito y recién después se cree? Y si se cree desde antes, ¿qué sentido y necesidad tiene estudiarla después? ¿Tendrá todo esto que ver con saber acerca de lo que se cree o creer en lo que se sabe? En cualquier caso, la Iglesia española –apoyada siempre por el PP– seguirá proponiendo manifestaciones raras. No descarto que la próxima, en un futuro más o menos cercano, sea contra la clonación. Olvidando, claro, que todo el concepto lo inventaron ellos: empezó Jesús con panes y peces y continuó el Vaticano clonando una y otra vez a la pobre Virgen María haciéndola aparecer en todas partes, bajo diferentes marcas y nombres. La religión es, sí, una de las cosas más aerodinámicas que existen.

MITO Y el otro día, sentado junto a Salman Rushdie, yo me preguntaba si ese hombre era: a) uno de los más potentes y magistrales escritores en actividad; b) una víctima de los tiempos que vivimos; o c) alguien que experimentó antes que nadie el temor que ahora sienten muchos. Rushdie me aclaró que, a la hora de las síntesis ligeras y casi inasibles, prefiereno hablar de la fatwa, alegrarse porque ahora va a comprar el pan sin guardaespaldas, y pensar en que será recordado como “alguien que escribió algunos libros”. Puede descansar tranquilo. No hay problema. Deseo concedido. Grandes, inmensos libros.

MEMORIA Y después, durante la cena, Rushdie evocó cómo fue que empezó todo. Es decir, de dónde le viene la vocación de contar historias prodigiosas. Fue una tarde en Bombay, en un cine de su infancia, viendo El mago de Oz. Tornado y bruja y zapatos rojos. Una película en la que –como en sus novelas– se cruzan mundos sin mapas y sin fronteras y las alfombras voladoras son producto de pasiones terrenas, del tejido de recuerdos soplando en la borrasca del presente y, así, la memoria es una casa embrujada con las ventanas siempre abiertas.

FANTASMAS Y ahora todos los noticieros y los diarios dedican secciones y suplementos a treinta años sin Franco. Filmaciones y fotos de un viejo en un ataúd que sobrevive en estatuas y en discursos. A esta altura, me parece, los españoles piensan mucho más en Franco que los argentinos en Perón. Tal vez porque los españoles no tuvieron a un Menem –indigno personaje digno de novela de Salman Rushdie– que, para bien o para mal, con dorados pases hipnóticos, les desbaratara el imaginario, el santoral y la mística. Una cosa es clara: jamás podrán disolverles a los americanos el espectro radiactivo de JFK. Un año más, ya van 42, y esas balas, todavía, suspendidas en el aire.

CANCION Sabemos mucho de la velocidad del sonido pero nada de la velocidad de las canciones, de lo que las hace viajar por el aire del planeta y conquistar los oídos. Pensaba en esto la otra noche, en el triunfal concierto que Coldplay dio en Barcelona. El recital abrió y cerró con invocaciones ectoplasmáticas y música grabada al apagarse y encenderse las luces: Tomorrow Never Knows y Goodnight de los Beatles. Entre una y otra, grandes canciones propias y Chris Martin puede estar tranquilo: su Fix You es el nuevo Hey Jude. Le comento esto a Salman Rushdie –quien se relame porque a la noche irá al Camp Nou a ver al Barça versus el Werder-Bremen– y enarca una ceja. Y ya saben: las cejas de Rushdie...

INTERNET Y en la Red –en ese planeta etéreo– ya está todo esto: los aviones, Zapatero, catalanes, Franco, religiosos, Rushdie, Coldplay y el Barça. Suspendidos en la electricidad invisible. A algunos se los llevará el viento que todo lo desenchufa. A otros, por suerte, no hay ni habrá tornado que los arranque de nuestro lado. Elijan los suyos.

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