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Contratapa|Lunes, 26 de diciembre de 2005

Desaparecidos y porcentajes

Por Jack Fuchs *
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Hay hechos del pasado que siguen repercutiendo en mi presente. La mención de determinados conceptos automáticamente me remite a ese pasado y es allí donde no puedo funcionar con la lógica del que usa esos conceptos en otro contexto.
Eso me ocurre con los porcentajes. Cuando se los menciona, enseguida me trae el recuerdo de los números clausus, que se aplicaban en Polonia entre las dos guerras mundiales, donde un l0 por ciento de la población era judía y sólo podía entrar a la universidad un número limitado de ellos. En ese tiempo, en el seno de los partidos Socialista y Comunista había un 60 por ciento de judíos y eso era utilizado como un argumento antisemita. La víctima muchas veces se mimetiza con el victimario y termina usando argumentos de éste. En las Leyes de Nuremberg, durante el nazismo, se ponía mucho énfasis en distinguir quién era judío, medio judío o un cuarto de judío. Lo mismo ocurría con los gitanos y con otras minorías. Para todo había porcentajes y eso no era una simple nomenclatura, sino que implicó, finalmente, la muerte.
Un joven nacido en Argentina, de familia italiana, con pasaporte italiano y argentino, desaparecido durante la última dictadura, ¿cómo debe figurar en la lista de desaparecidos: como italiano, como argentino y, si eventualmente es de origen judío, como judío?
Destacar, ante un hecho tan trágico como lo fue la desaparición de personas durante la última dictadura militar, que un determinado porcentaje pertenece a tal o cual etnia, no debería cambiar el dolor colectivo.
Los torturadores pueden mostrar su racismo, junto con su crueldad, pero lo fundamental es su accionar colectivo y el daño que hacen a la sociedad en su conjunto sin distinciones. Me pregunto por qué los insultos zurdo de mierda, bolche de mierda, judío de mierda tienen un impacto tan diferente en nosotros. Probablemente es por el trágico pasado de nuestro pueblo.
En ocasión de ser invitado a una mesa redonda por la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, a comienzos del presente año, recibí un libro Psicoanálisis: restitución, apropiación filiación, del cual quiero citar un párrafo, perteneciente a un trabajo de Pilar Calveiro Garrido: “En la sociedad, como en los campos, no existieron héroes ni ‘inocentes’. Todos articularon extrañas combinaciones de la obediencia y la rebelión. Nada quedó blanco o negro sino que adquirió raras tonalidades. Por eso no tiene sentido rescatar a las ‘víctimas inocentes’; todas lo fueron. Ninguna merecía la anulación de su ser, la tortura y la oscura muerte de ser arrojado desde un avión sin dejar rastro de sí”.
Al hablar de porcentajes, se disminuye el horror de la masacre, se pierde de vista que se trata de seres humanos de carne y hueso. Qué importa y quién decide si son o no judíos, o de otra minoría. La certeza en la designación me remite de nuevo al universo nazi. Ellos “sabían” quién era judío, medio judío o un cuarto judío. Esta reminiscencia hace que me dañe el oír hablar de porcentajes. Si la madre de alguien desaparecido es Rodríguez y el padre Goldberg, o viceversa, ¿quién decide si es judío o no? Me resulta difícil hacer entender a quienes no han vivido mi experiencia el rechazo que tengo al oír hablar de porcentajes y que haya quienes deciden quién es o quién no es judío.
Me importa que se entiendan los motivos íntimos de mi reacción, a veces ofuscada, intolerante, pero que toca sentimientos muy profundos de mí. Todavía, a los 8l años, debo aprender a aceptar a los que no me comprenden. Pido también que se me acepte tal como me manifiesto.

* Pedagogo y escritor. Sobreviviente de Auschwitz.

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