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Cultura|Viernes, 5 de septiembre de 2014
UNA ENTREVISTA DE 1997, AL SEPARARSE SODA

“Yo soy creyente, pero no todo el tiempo”

En una de las “Charlas Relajadas” del Suplemento NO, Cerati se explayó sobre temas poco transitados en sus reportajes.

Por Eduardo Fabregat
En 1984, época del debut producido por Federico Moura.

–¿Cuál fue tu primera noción de la música?

–La imagen más poderosa es un viaje en auto con mi papá y mi mamá, y me acuerdo de que paramos, mi viejo se bajó y volvió con una guitarra criolla. Yo aluciné cuando la sacó, y me la puse de la parte izquierda. Mi primera tendencia es ser zurdo. Tuve profesores particulares de barrio, y en la primera que tuve, me di vuelta la guitarra. Estaba entre el dibujo y la guitarra: me gustaba un acorde y me lo dibujaba en una hoja cuadriculada. Practicaba con gente como Richie Blackmore, Black Sabbath, Purple y Zeppelin, Commodores, Earth Wind & Fire, Parliament.

–¿Qué fue lo que te llevó a estudiar una carrera?

–Tenía pasión por el dibujo y pensé que con la publicidad iba a tener cierta tranquilidad económica, e iba a poder canalizar algunas cosas artísticas. Asistir a la facultad hizo que me relacionara con un montón de gente que en realidad quería hacer música o algo relacionado. Para mí era un centro de reunión. Estaba empezando el influjo new wave, la andanada post punk que tenía que ver con el pop, con la publicidad. En esos momentos, Piero era rock and roll...

–¿Cómo era la interacción con esa gente en ese momento musical del país? ¿Había una cosa de ser un grupo de resistencia en busca de algo nuevo?

–Creíamos en lo nuevo, que ya había bandas que lo estaban haciendo, Virus, Los Twist. Ibamos tocando y empezaban a aparecer los primeros fans. Esa carrera aglutinaba gente que no sabía qué carajo hacer con su vida, como nosotros. Uno sentía que estaba en una cofradía de gente sin rumbo: nos la pasábamos escuchando música, poníamos pegamento para alfombras en el piso y prácticamente nos drogábamos y no hacíamos un carajo. Por otro lado, me daba cuenta de que cualquier cosa que aprendiera fuera de la música terminaba siendo por la música.

–Entre el primer disco y Nada personal, y Signos, hay un notable salto musical y lírico. ¿Qué cosas empezaron a surgir en tu escritura?

–Nada personal es el comienzo de encontrarme escribiendo sobre mí mismo: escribo utilizando más que sensaciones instantáneas, estoy buscando un artilugio en mi forma de escribir. Ese disco lo desarrollamos en una quinta que alquilamos como tres meses, había muchos elementos extramusicales. En el segundo nos concentramos mucho más en nosotros, y yo en escribir más sensaciones personales, aunque fueran frías, distantes. Nos habían catalogado como un grupo plástico y yo consideraba que, a pesar del sentido peyorativo, era un elogio. Empezamos a usar el estudio como herramienta, y empecé a entender la herramienta de escribir, de llenar esos espacios melódicos con palabras. Igual fui variando mi forma de escribir con el tiempo, aunque la música siempre me sirvió para balancear. Signos, por otro lado, es un disco de salidas: “Final caja negra” era como decir “OK, estoy en crisis, estoy hasta las manos, me siento para el orto, pero esto es lo que me salva”. Fue un disco muy tortuoso, muy complicado.

–¿Alguna vez te pesó excesivamente ser el generador?

–Yo no puedo desligarme... cuando hice Soda Stereo asumí esa situación y nuestra relación fue así y creo que la química de Soda Stereo tiene que ver con eso, cada uno tenía su lugar, pero también me gustaba encontrar un nivel de competencia musical en otra gente, por eso hice otros proyectos. Relacionarme con Richard (Coleman), (Daniel) Melero, con Charly (García) y Pedro Aznar, para mí significaba una competencia creativa muy saludable. Para un leonino como yo... es bastante humano. En Soda eso se fue anquilosando, y no creo que sea la única razón (para la separación), pero si el grupo no tiene la suficiente movilidad se va quedando, y la posibilidad de reinvención para que después de quince años sigamos... El grupo tiene una química, y esa química funcionó todo lo que tenía que funcionar. Pero desde el punto de vista de compañerismo, de proseguir con una energía, realmente nunca en la vida lo voy a sentir como con ellos. Y no quiero correr detrás de que se separa Soda Stereo y Cerati tiene que seguir como solista.

–¿Cómo se llega a la despedida?

–Al principio, yo estaba en contra. Nunca había pensado en una despedida de Soda, porque pensar que las cosas sean tan absolutas me parece raro. Pero me puse a revisar en otros grupos y volvía a Soda, y me di cuenta de que podía ser un momento musical muy importante, de tocar las canciones por última vez. Del resto se va a hablar un pedazo, “termina una época”. Yo pienso que el único fondo real es tres tipos haciendo música. Tengo la sensación de que hubo tantos Soda Stereo, tantas crisis, nos pudimos haber separado en cualquier momento, sólo seguimos adelante por creer en el futuro, pero ya no creemos en lo que podemos hacer juntos.

–¿Sos un tipo creyente?

–Sí, pero no todo el tiempo. Tengo momentos en los que pienso que lo más saludable es ser creyente. Frente a la muerte, frente a momentos importantes de la vida, no hay ninguna duda de que uno despierta una serie de cosas que no está pensando todo el tiempo. Pero yo tengo muchas dudas. Oscilo mucho y tengo momentos en los que ni siquiera recuerdo que soy creyente. Hay una presencia en todas las cosas, mágica, pero sólo algunas veces lo creo, algunas veces lo veo.

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