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Cultura|Sábado, 29 de mayo de 2004
LA GENTE DE LA CULTURA OPINA SOBRE EL SECRETARIO TORCUATO DI TELLA

Un debate que promete más páginas

Página/12 consultó a actores, músicos, escritores y dramaturgos sobre las declaraciones del secretario de Cultura que causaron revuelo. Algunos lo critican y otros defienden “su sinceridad”.

Por Silvina Friera
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Con su particular estilo, Di Tella dijo: “La cultura no tiene prioridad para el Gobierno ni para mí”.
Torcuato Di Tella está imponiendo una marca al frente de la Secretaría de Cultura de la Nación, que bien podría llamarse “estilo T”: sinceridad en los mensajes, aunque perturbe y parezca un poco tilingo, loco o frívolo. El refrán ya lo advierte: “El que avisa no es traidor”, y desde que asumió, Di Tella confesó que no entendía mucho de cultura y que no tenía una preocupación especial por la cuestión. ¿Por qué ocasionó tanto revuelo que haya confesado (el jueves en La Nación): “La cultura no tiene prioridad para el Gobierno ni para mí”? Cuando Di Tella habla, cuando marca los límites de la cancha en la que está jugando, provoca múltiples reacciones. Ayer, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, calificó de “aberración” las afirmaciones del funcionario, mientras que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, advirtió que respondían “a su esencia de provocador”. Diputados de la UCR, en tanto, pidieron su “inmediata renuncia”.
Sociólogo de profesión, Di Tella provoca conflictos deliberadamente, dice “su” verdad con cierta liviandad humorística y una dosis de ironía que no siempre es comprendida y de la que, por cierto, suele abusar. En menos de un año, el secretario de Cultura prescindió de la titular del Fondo Nacional de las Artes, Amalia Lacroze de Fortabat; echó al director del Museo Nacional de Bellas Artes, Jorge Glusberg, y el último frente de conflicto se dirimió en el escenario de la Biblioteca Nacional, con la renuncia de Horacio Salas.
Página/12 consultó a actores, directores de teatro, músicos, escritores y dramaturgos sobre las declaraciones del secretario de Cultura que generaron tanto revuelo, que hasta el propio jefe de Gabinete, Alberto Fernández, tuvo que salir a poner paños fríos al asunto. Si bien respaldó a Di Tella, el jefe de Gabinete aclaró: “La cultura es un tema que preocupa y mucho a este gobierno”. Aunque sorprendido por el mensaje de Di Tella, el escritor Noé Jitrik prefiere apuntar hacia el destinatario. “Lo entiendo como un reclamo de alguien que se plantea ¿para qué ocupo el cargo de secretario si la cultura no es prioritaria?”, propone el escritor. “Siempre se podría decir que hay otras cuestiones prioritarias, porque la noción de prioridad se establece en un juego dialéctico. Es una manera de expresar: ‘Estoy aquí, qué pasa conmigo y con la dependencia a mi cargo’. Si el Gobierno no tiene un plan, tampoco lo hay para mí. Es una llamada de atención y un pedido.” Para el escritor Abelardo Castillo, que Di Tella sea secretario de Cultura es “como haber nombrado a Drácula en el Ministerio de Bienestar Social”. El autor de El que tiene sed considera que, por decoro, el secretario de Cultura debería renunciar. “Si es una ironía o un modo de buscar repercusión para beneficiar a la cultura, enhorabuena. Pero aunque fuera así, se equivocó, porque sus palabras escritas por otro no tienen el tono de la voz o el gesto que pueda permitir entenderlas como una ironía”, asegura.
Escritor y ex secretario de Cultura durante el menemismo, Jorge Asís afirma que Di Tella es lo más serio que tiene el Gobierno. “En medio de tanta intrascendencia intelectual, es interesante que Torcuato se atreva a jugar de provocador, porque con esta actitud puede establecer un debate sobre el lugar que ocupa la cultura”, explica Asís. “En realidad, lo que dijo no me parece descabellado porque es cierto que la cultura no es una prioridad. Para ser secretario de Cultura, más que vocación de servicio, hay que tener voluntad de sacrificio.” Para el actor y director de teatro Ricardo Bartís, Di Tella dice la verdad. “No existe un proyecto cultural independiente en el país, sino un modelo de dependencia, exclusión y deterioro”, señala Bartís. “La política sigue pensando que la cultura está vinculada únicamente con lo que hacemos los artistas. Lamentablemente, seguimos bajo la égida de que es lo económico lo que determina el desarrollo del país, cuando en la realidad es la política y el proyecto cultural lo que determina la economía.”
Pepe Soriano nunca pierde el sentido del humor, pero se enoja. “No es nuevo el desinterés de los políticos por la cultura, lo que me sorprende es que sea el propio secretario de Cultura el que lo diga. Di Tella verbaliza lo que los demás no se animan a blanquear. Estoy harto de tanta mentira y los argentinos, que criticamos tanto el doble discurso, deberíamos admitir que cuando aparece alguien que dice una verdad, molesta y se lo tiende a matar.” El cantautor Ignacio Copani calificó de “desafortunadas” las expresiones de Di Tella: “Si en el país faltan recursos económicos, lo que sobran son recursos humanos”. El autor de Lo atamo’ con alambre no ahorra críticas al funcionario: “La responsabilidad de la gestión es de él, aunque diga que no hay un interés del gobierno nacional por la cultura. En todo caso, la función de Di Tella es generarlo. Si reflexiona sobre lo que dijo, tendría que renunciar o quizá nunca debería haber aceptado el cargo. No creo que sea el Gobierno el que le impide hacer, porque asumir un cargo, en definitiva, es honrarlo”.
Carlos Gorostiza (escritor, dramaturgo y ex secretario de Cultura de Raúl Alfonsín) recordó que cuando él estableció como una de las prioridades de su gestión iniciar las obras de la Biblioteca Nacional, paralizadas durante años, muchos le preguntaban cómo era posible invertir en la biblioteca cuando había chicos que se morían de hambre. “Hay chicos que se mueren de hambre porque no hay bibliotecas y esto no es metafórico, es literal”, dice Gorostiza. “El Gobierno está en el atolladero de resolver los grandes problemas, y le cuesta entender que la cultura es una prioridad como las otras.” El escritor y periodista Martín Caparrós no cree que el secretario de Cultura deba renunciar: “Es un ejemplo para sus colegas. Su permanencia en el cargo muestra que es uno de los pocos funcionarios con verdadero espíritu de sacrificio; digo, el único capaz de aceptar que se dedica a un tema que, según dice, le interesa tan poco”.Por Silvina Friera
@Torcuato Di Tella está imponiendo una marca al frente de la Secretaría de Cultura de la Nación, que bien podría llamarse “estilo T”: sinceridad en los mensajes, aunque perturbe y parezca un poco tilingo, loco o frívolo. El refrán ya lo advierte: “El que avisa no es traidor”, y desde que asumió, Di Tella confesó que no entendía mucho de cultura y que no tenía una preocupación especial por la cuestión. ¿Por qué ocasionó tanto revuelo que haya confesado (el jueves en La Nación): “La cultura no tiene prioridad para el Gobierno ni para mí”? Cuando Di Tella habla, cuando marca los límites de la cancha en la que está jugando, provoca múltiples reacciones. Ayer, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, calificó de “aberración” las afirmaciones del funcionario, mientras que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, advirtió que respondían “a su esencia de provocador”. Diputados de la UCR, en tanto, pidieron su “inmediata renuncia”.
Sociólogo de profesión, Di Tella provoca conflictos deliberadamente, dice “su” verdad con cierta liviandad humorística y una dosis de ironía que no siempre es comprendida y de la que, por cierto, suele abusar. En menos de un año, el secretario de Cultura prescindió de la titular del Fondo Nacional de las Artes, Amalia Lacroze de Fortabat; echó al director del Museo Nacional de Bellas Artes, Jorge Glusberg, y el último frente de conflicto se dirimió en el escenario de la Biblioteca Nacional, con la renuncia de Horacio Salas.
Página/12 consultó a actores, directores de teatro, músicos, escritores y dramaturgos sobre las declaraciones del secretario de Cultura que generaron tanto revuelo, que hasta el propio jefe de Gabinete, Alberto Fernández, tuvo que salir a poner paños fríos al asunto. Si bien respaldó a Di Tella, el jefe de Gabinete aclaró: “La cultura es un tema que preocupa y mucho a este gobierno”. Aunque sorprendido por el mensaje de Di Tella, el escritor Noé Jitrik prefiere apuntar hacia el destinatario. “Lo entiendo como un reclamo de alguien que se plantea ¿para qué ocupo el cargo de secretario si la cultura no es prioritaria?”, propone el escritor. “Siempre se podría decir que hay otras cuestiones prioritarias, porque la noción de prioridad se establece en un juego dialéctico. Es una manera de expresar: ‘Estoy aquí, qué pasa conmigo y con la dependencia a mi cargo’. Si el Gobierno no tiene un plan, tampoco lo hay para mí. Es una llamada de atención y un pedido.” Para el escritor Abelardo Castillo, que Di Tella sea secretario de Cultura es “como haber nombrado a Drácula en el Ministerio de Bienestar Social”. El autor de El que tiene sed considera que, por decoro, el secretario de Cultura debería renunciar. “Si es una ironía o un modo de buscar repercusión para beneficiar a la cultura, enhorabuena. Pero aunque fuera así, se equivocó, porque sus palabras escritas por otro no tienen el tono de la voz o el gesto que pueda permitir entenderlas como una ironía”, asegura.
Escritor y ex secretario de Cultura durante el menemismo, Jorge Asís afirma que Di Tella es lo más serio que tiene el Gobierno. “En medio de tanta intrascendencia intelectual, es interesante que Torcuato se atreva a jugar de provocador, porque con esta actitud puede establecer un debate sobre el lugar que ocupa la cultura”, explica Asís. “En realidad, lo que dijo no me parece descabellado porque es cierto que la cultura no es una prioridad. Para ser secretario de Cultura, más que vocación de servicio, hay que tener voluntad de sacrificio.” Para el actor y director de teatro Ricardo Bartís, Di Tella dice la verdad. “No existe un proyecto cultural independiente en el país, sino un modelo de dependencia, exclusión y deterioro”, señala Bartís. “La política sigue pensando que la cultura está vinculada únicamente con lo que hacemos los artistas. Lamentablemente, seguimos bajo la égida de que es lo económico lo que determina el desarrollo del país, cuando en la realidad es la política y el proyecto cultural lo que determina la economía.”
Pepe Soriano nunca pierde el sentido del humor, pero se enoja. “No es nuevo el desinterés de los políticos por la cultura, lo que me sorprende es que sea el propio secretario de Cultura el que lo diga. Di Tella verbaliza lo que los demás no se animan a blanquear. Estoy harto de tanta mentira y los argentinos, que criticamos tanto el doble discurso, deberíamos admitir que cuando aparece alguien que dice una verdad, molesta y se lo tiende a matar.” El cantautor Ignacio Copani calificó de “desafortunadas” las expresiones de Di Tella: “Si en el país faltan recursos económicos, lo que sobran son recursos humanos”. El autor de Lo atamo’ con alambre no ahorra críticas al funcionario: “La responsabilidad de la gestión es de él, aunque diga que no hay un interés del gobierno nacional por la cultura. En todo caso, la función de Di Tella es generarlo. Si reflexiona sobre lo que dijo, tendría que renunciar o quizá nunca debería haber aceptado el cargo. No creo que sea el Gobierno el que le impide hacer, porque asumir un cargo, en definitiva, es honrarlo”.
Carlos Gorostiza (escritor, dramaturgo y ex secretario de Cultura de Raúl Alfonsín) recordó que cuando él estableció como una de las prioridades de su gestión iniciar las obras de la Biblioteca Nacional, paralizadas durante años, muchos le preguntaban cómo era posible invertir en la biblioteca cuando había chicos que se morían de hambre. “Hay chicos que se mueren de hambre porque no hay bibliotecas y esto no es metafórico, es literal”, dice Gorostiza. “El Gobierno está en el atolladero de resolver los grandes problemas, y le cuesta entender que la cultura es una prioridad como las otras.” El escritor y periodista Martín Caparrós no cree que el secretario de Cultura deba renunciar: “Es un ejemplo para sus colegas. Su permanencia en el cargo muestra que es uno de los pocos funcionarios con verdadero espíritu de sacrificio; digo, el único capaz de aceptar que se dedica a un tema que, según dice, le interesa tan poco”.

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