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Cultura|Martes, 26 de abril de 2005
LA PRESENTACION DE “LA RAZON POPULISTA”

Un debate filosófico sobre los caminos del populismo

El libro del politólogo Ernesto Laclau disparó una serie de reflexiones sobre cómo se construye una identidad colectiva. “El populismo encuentra su plena vigencia como debate, como mito”, señaló Nicolás Casullo.

Por Silvina Friera
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La razón populista toca el corazón del proceso político argentino del último medio siglo.
El extraordinario texto del politólogo argentino Ernesto Laclau, La razón populista (Fondo de Cultura Económica), toca el corazón del proceso político argentino del último medio siglo, al interrogarse centralmente sobre la lógica constitutiva de las identidades colectivas. Así lo entendió el sociólogo Nicolás Casullo durante la presentación del libro en la Feria del Libro, en el predio de la Sociedad Rural. “El populismo encuentra su plena vigencia como debate, como mito, como experiencia a veces casi cómica, en el sentido de que aparece el peronismo con una capacidad de reinado de la política que lo hace objeto permanente de discusión, como la eterna reencarnación celebrante de su vigencia o como su insoportabilidad”, señaló el sociólogo. “La propia globalización parecería ser que lo único que deja, en un espacio de cierta asfixia política, es formas populistas. La muerte del Papa es populista, George Bush es populista cuando tiene que explicar la guerra de Irak o por qué no retirar la sonda de una semimuerta”, ejemplificó.
Según Casullo, la política mediática es en la Argentina la gran gestadora de la política populista. “Día tras día, lo mediático construye la sociedad toda, el enemigo, la frontera y la forma de entender el país en términos de un imperialismo positivo y posible de ser atendido”, subrayó el sociólogo. Sobre la vigencia que tiene el populismo, Casullo recordó que Mariano Grondona se quejó del populismo de los planes Jefas y Jefes de Hogar, que el presidente Kirchner dijo “yo no soy populista, pero me interesa lo popular”, y que Joaquín Morales Solá opinó que el populismo sirve de fronteras adentro, nunca hacia afuera. El libro de Laclau, al trabajar desde la distancia teórica, “se acerca más a su objeto de estudio”, aclaró Casullo, porque teoriza de manera convincente los últimos sesenta años de la política argentina. “Si hay un país que ha devenido en su totalidad populista es éste, desde Tinelli hasta la derecha neoliberal”, añadió. “En la genealogía que hace Ernesto Laclau, nos habla de un populismo que tiene una profunda raigambre en la modernidad capitalista, y plantea lo heterogéneo, lo opaco de lo social, para empezar a discutir las lógicas políticas de la democracia y la memoria histórica popular”.
Leonor Arfuch puso el énfasis en lo que sin duda constituye el punto de partida del análisis de Laclau: él revisó y desmontó toda una serie de supuestos que desdeñaban históricamente el populismo; sus hipótesis, basadas en el postestructuralismo y la teoría lacaniana, son puestas a prueba al analizar la conformación del populismo estadounidense, el kremalismo turco y el peronismo de la resistencia. Pero además el politólogo argentino polemiza nuevamente con Slavoj Zizek, en torno de la sobredeterminación de la identidad política, y con Michael Hardt y Toni Negri –autores de Imperio–, por el modo en que ellos caracterizan a la multitud. “El pueblo no está como un dato más de la estructura social sino como categoría instituyente de la política. Para Ernesto, el populismo es la lógica de la construcción del pueblo, la forma por excelencia de la política”, observó Arfuch, quien reflexionó sobre la pugna discursiva entre los candidatos presidenciales Italo Luder y Raúl Alfonsín en 1983. “Luder marcaba una parcialización del pueblo: ‘el pueblo que sabe, que está aquí dispuesto a asumir sus responsabilidades’, era el pueblo peronista en la plaza”, analizó. “Alfonsín, en cambio, respondió con una totalización del pueblo, es el pueblo recuperando sus derechos, ‘es todo el pueblo y que nadie se equivoque porque hay un solo pueblo, no hay dos’.”
Arfuch precisó que el líder es condición necesaria para el surgimiento del pueblo, porque “el orden instituyente del afecto en la constitución del lazo social, del pueblo y de la razón populista es el otro paso más allá de este libro respecto de otros textos teóricos”. Además, Arfuch agregóque el politólogo no percibe populismo como una anomalía, sino que lo plantea como el ser mismo de lo social. “Libro saludablemente paradójico –según Emilio de Ipola–, en La razón populista, Laclau ofrece una retórica apta para pensar y actuar en la política.”

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