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Cultura|Sábado, 10 de enero de 2004
OPINION

Todos lo respetaban

Por Horacio González

Como Benedetto Croce, Bobbio fue senador vitalicio. Un cargo honorífico que no existe entre nosotros, reservado a “notables”. Nuestro país es menos considerado con sus filósofos. Bobbio quizás consiguió decir sobre Gramsci lo que Croce le negó en términos de un reconocimiento cabal. Creo que el examen del concepto de “sociedad civil” en Gramsci es una de las mejores piezas de Bobbio, pero sus estudios sobre el iusnaturalismo son perdurables. Todo en él es preciso, riguroso. Impresionaba por su imperturbable erudición y por una amalgama elegante que producía entre igualdad, socialismo y teoría del derecho, mientras insinuaba una filosofía de la senectud. Fue un profesor. Aquí no tuvimos casos parecidos de un laico amante de la ciencia de la historia y el derecho, adverso a las profecías y respetado por todos. Pero eso mismo le daba a Bobbio, junto a su calma reflexiva, no pocos atisbos de ligereza intelectual, sobre todo en sus últimos y más festejados libros.

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