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Cultura|Domingo, 11 de abril de 2004

“El pretexto y la ocasión”

Por María Fasce *

Una de estas tardes iré a la Feria. Aunque el libro que busco sea más fácil de encontrar en una librería de Corrientes, o haga calor o frío, o llueva afuera y adentro, como en el antiguo predio. A pesar de esas luces, y tanta gente. La Feria es un acontecimiento como las fiestas de fin de año: tenemos muchas ocasiones de ver a la familia, pero la mesa con pan dulce y frutas secas y las copas de champagne tienen algo de ritual optimista, además de ineludible. Vamos a la Feria, nos paseamos entre millones de libros, compramos cuatro o cinco aprovechando el descuento de la entrada, asistimos a algún debate sobre el estado de la literatura argentina, por ejemplo, y regresamos satisfechos a casa.
Para mí, la Feria fue siempre un pretexto y una ocasión. De chica, me servía de excusa para que mis padres me trajeran “al centro”; si tenía suerte, en el mismo día íbamos también al Zoológico y al Planetario. Uno de mis primeros trabajos fue el de vendedora de una de mis editoriales preferidas: permanecí muda al lado de Bioy Casares toda una tarde (a sus espaldas, mientras firmaba ejemplares) con la ilusión de que su talento se me pegara por ósmosis, aprendí a leer de pie, y me especialicé en la venta de Kundera, Calvino y Duras para conseguir la mejor comisión. Descubrí así que no sólo leer y escribir libros podía ser un placer, sino también venderlos, si eran buenos. Más tarde me hice editora.
Una vez, cuando trabajaba en el stand, dejé que un chico se robara Los amores difíciles de Calvino porque había elegido bien. Ahora sueño con que, alguna vez, alguien se robe de la Feria un libro mío.
* Escritora, autora de La felicidad de las mujeres y de La verdad según Virginia.

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