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Cultura|Lunes, 15 de noviembre de 2004

Palabras de un agradecido

En una reciente entrevista con Página/12, Domingo Cura contaba cosas como éstas:

- “La primera vez que vinimos con Hugo (Díaz) para Buenos Aires nos colamos en un tren de carga. Por entonces yo tenía 16 años. En Junín nos paró la policía ferroviaria, por suerte nos vieron cara de buenos y empezaron a preguntarnos qué hacíamos, adónde íbamos. Les contamos que queríamos probar suerte en Buenos Aires como músicos. Y ahí nomás Hugo sacó la armónica y tocó Nostalgias santiagueñas, no me voy a olvidar nunca. Y después siguió tocando unos tangos. Yo no tenía bombo, pero me trajeron un tarro grande de galletas y toqué unas chacareras. Entonces nos mandaron al coche del guarda y nos dejaron seguir viaje. Yo volví enseguida porque se me terminó la plata, Hugo se quedó más porque un conocido lo dejó dormir en su negocio”.

- “Con Hugo fuimos hermanos. Hasta nos echaron juntos del colegio, en tercer grado, porque éramos pésimos los dos. Estábamos todo el día en otra cosa, él con la armónica en el bolsillo y yo con dos palitos cortados de un plumero con los que golpeaba todo lo que encontraba. Con el tiempo, él salió casándose con mi hermana (la cantante Victoria Díaz), así que fue de la familia en serio.”

- “He pasado buenos y malos momentos con la música. Luché mucho para llegar a esto, y por suerte en la música siempre queda algo para aprender, no es que pasada determinada edad te recibís de músico. Así que yo sigo aprendiendo.”

- “Lo más lindo que me dio la música fue cuando acompañaba a mi cuñado y a mi hermana. Los dos me transmitían tanto musicalmente... Ella tenía un fraseo increíble, había nacido para eso, igual que Hugo. Muchas veces me emocionaba y no los podía seguir. Cuando pienso en la época en que tocábamos juntos le agradezco a la vida por la música”.

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