¿Por qué no le gusta su dibujo emblemático, el de la Estatua de la Libertad?
–El dibujo es malo, pero la idea me parece buenísima. Capté algo interesante y pude resumir, en una imagen muy simple, un sentimiento colectivo bastante profundo. No iba a mandar al diario un chiste de celulitis después de lo que había pasado el 11 de septiembre. Para mí fue una sorpresa. El día que salió empezaron a llamar de las radios y la verdad es que lo miré y me dije: “Está bueno”, pero no me había dado cuenta en el momento en que lo hice o en el que lo mandé. Lo mío es hacer llorar. Yo insisto en hacer reír, pero tendría una carrera brillante haciendo llorar a la gente.