Yo soy su admirador desde que él era un muchacho muy joven, cuando dibujaba las tapas de la revista Uno mismo: me parecían extraordinarias. Y recuerdo que lo que más me impresionó fue ver, una vez, un dibujo de un vaquero, un jean, hecho con birome: perfecto. A mí me parece que es un monstruo a nivel obsesivo con su trabajo. Todo esto es obra de muchísimo trabajo, y eso indudablemente se ve en esta muestra. En general, los ilustradores son así, obsesivos en la búsqueda de lograr lo máximo de las posibilidades técnicas. En muchos momentos a la ilustración se la consideró un arte menor, pero hoy día creo que en general la gente está apreciando que un ilustrador es tan artista como un pintor o un artista plástico: utiliza los mismos recursos. La muestra de Ciruelo me parece fantástica, con una unidad visible en los temas que él encara: la fantasía heroica, los dragones. Aunque puede parecer que se trata de una iconografía ajena a nuestros lares, a nuestros territorios, todos hemos soñado alguna vez con dragones y hadas, y nos hemos acunado con cuentos de origen europeo. Me parece una temática muy interesante, recurrente en nuestros sueños: todos guardamos en nuestro inconsciente esas imágenes atávicas.
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