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Cultura|Viernes, 6 de mayo de 2005

La obscenidad compartida

“Mis chistes son políticamente incorrectos”, dice Slavoj Zizek cuando se le pregunta por qué en su último libro, El títere y el enano, utiliza con frecuencia distintos chistes eslovenos para explicar las tesis que propone. “Para mí el cristianismo es una religión cómica y Soren Kierkegaard lo desarrolló claramente, cuando dijo que la reencarnación es una comedia, que uno espera que Dios aparezca y entra un payaso”, señala Zizek. “Yo vengo de la ex Yugoslavia y cuando nos contábamos chistes sucios entre nosotros, las cosas estaban bien porque no eran chistes racistas, agresivos sino que era una suerte de obscenidad compartida, la solidaridad en la obscenidad –explica–. Pero cuando explotó la violencia étnica estos chistes desaparecieron. Disfrutábamos contando chistes de nuestros propios clichés, por ejemplo, que las personas en Montenegro son perezosas”. Y Zizek cuenta uno de esos chistes: “¿Cómo se masturba un hombre en Montenegro? Coloca el pene en un pequeño hoyo en la tierra y espera el terremoto”.

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