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Cultura|Sábado, 11 de septiembre de 2004
Marta Minujin *

Un loco y librepensador

Oscar se enganchó conmigo por mis happenings, pero como yo ya era conocida, él pensaba que era una artista inalcanzable. Aunque nos conocimos en Buenos Aires, cuando hice La Menesunda, compartimos momentos inolvidables en Nueva York. Yo lo llevaba a todos los estudios de mis amigos, por ejemplo Lichtenstein, y a todos los happenings que se hacían por entonces. Recuerdo que tenía una inteligencia superior, de avanzada, un poco loca, y que era extraordinariamente seductor porque se parecía bastante al actor Jean Paul Belmondo: se enamoraba de todas las mujeres y las enamoraba a todas. Su bohemia era tan brutal que decía que “no se veía su cara en el espejo”. Vivía en un completo desorden y fumaba como loco, como si estuviera destruyéndose poco a poco. En Nueva York nunca teníamos plata, ninguno de nosotros; vivíamos en comunidad y la pasábamos genial, nos divertíamos muchísimo con nuestras conversaciones interminables. Oscar era un loco, un seductor y un librepensador, aunque estuviera influenciado por Marx, Sartre y Lacan.

* Artista plástica.

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