En época de piquetes, el vallado humano que construyó Banfield fue un obstáculo incómodo para que Boca no encontrara los caminos a la victoria y a lo más alto del campeonato. En el primer tiempo el equipo de Ischia utilizó un mapa raro para llegar hacia Lucchetti y los de Jerez, bien compactos, golpearon en el momento justo y pasaron a ganar 1-0 con un tanto de Luciano Civelli. En la segunda parte, el técnico de Boca hizo los cambios justos, retomó el viejo camino, con el mapa que Boca mejor conoce, y llegó al merecido empate con el aporte de su inoxidable líder Martín Palermo. Lo pudo haber ganado, con un zurdazo de Dátolo, con un par de remates de Boselli o con otro cabezazo del goleador. Pero también lo pudo haber perdido con un penal que Laverni no vio de Cáceres a Cvitanich.
Con el correr de los minutos lo que parecía un esquema defensivo de Jerez se fue convirtiendo en uno inteligente. Banfield plantó un verdadero piquete en La Boca: con Quinteros, como líder, apenas delante de la línea de cuatro defensores, esperando al enemigo; con Santana como encargado de ir infiltrándose de a poco en campo ajeno; con Patiño suelto, tratando de aprovechar algún descuido en los que custodiaban a Caranta y con Cvitanich solo arriba aprovechando su racha en la que todo lo que intenta le sale bien. En este contexto había blindado los caminos hacia Lucchetti y aprovechó su chance con un zurdazo cruzado de Civelli entrando por el costado izquierdo tras un buen desborde de Cvitanich a Alvaro González. Boca estaba confundido. Sin un enlace que marcara el rumbo y con los espacios tapados por camisetas verdes y blancas, buscó caminos alternativos. Neri Cardozo por momentos fue la colectora que necesitaba para, por lo menos, comenzar a entrarle a Banfield. A veces lo fue Boselli, que pivoteó muy bien y fue prolijo en las descargas. Pero finalmente Ischia recurrió al viejo mapa: Gracián y Battaglia a la cancha para el segundo tiempo. No había funcionado esa especie de tercer delantero que intentó ser Castromán y el enganche era la fórmula que tan bien le hace a Boca. Con Riquelme en la boca del túnel, Gracián tomó el volante y marcó el camino para acorralar a Banfield, que empezaba a mostrar huecos.
Y fue con su fórmula ideal, con ese camino que ya recorre con los ojos cerrados, que llegó el empate a esa altura merecido. El uruguayo González, de flojo partido, desbordó por derecha y tiró el centro al segundo palo para Palermo, que saltó el doble que su marcador y con un cabezazo bombeado al ángulo izquierdo de Lucchetti anotó la igualdad. El empate no rompió el vallado visitante pero sí lo descolocó. Banfield ya no era tan sólido y Boca, acompañado por su gente, se lo llevó puesto y casi lo gana con un derechazo de Boselli, un cabezazo de Palermo y la más clara: un zurdazo de Dátolo, solo en el punto penal, que se fue muy alto. Al final, la igualdad les dejó sabor a poco a los locales.
Comentario: Mariano Verrina.
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