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Un tiro libre perfecto sobre la hora del uruguayo Pablo Lima le sirvió a Vélez para dar vuelta el partido y ganarle 3-2 a Lanús. De esta manera, el equipo de Tocalli se reconcilió con su público. Para el campeón, la caída significó quedar último en las posiciones.
Los dos llegaban en un mal momento, pero las reacciones de ambos fueron muy diferentes. Mientras que Vélez salió muy atado y condicionado por los nervios, Lanús, con sus pibes, se plantó de una manera atrevida y desinhibida. Entonces, muy rápido quedó plasmada esa diferencia en el marcador. Ante una defensa totalmente estática, Ramírez encontró un hueco en tres cuartos de cancha, avanzó sin que nadie le saliera y sacó un derechazo que se clavó en el ángulo de Montoya.
El gol cambió poco el panorama. Es que Vélez parecía en otro ritmo, al tiempo que los visitantes seguían con su búsqueda y buen juego. Por eso, no sorprendió el segundo gol, esta vez en los pies de Cano, que aprovechó los metros que le regaló Uglessich para sacar un potente remate al primer palo del arquero. No es difícil imaginarse el clima que se vivía en la platea de Vélez. Sin embargo, en el mismo momento en que empezaban a caer los insultos, Ríos apareció para aplacar a las fieras. El volante tomó la pelota por la derecha, enganchó hacia adentro y sacó un zurdazo con comba que se clavó en el ángulo de Bossio. Lo bueno para Vélez fue que el tanto cambió la escenografía. Lanús ya no se sintió tan cómodo, al tiempo que los locales empezaron a tener mayor actitud. Para colmo, dos decisiones polémicas del árbitro Sabino favorecieron al equipo de Tocalli. Primero, no cobró un penal contra Salomón. Y luego le sacó una segunda amarilla muy rigurosa a Peralta, que dejó a Lanús con un hombre menos.
Para que el combo terminara de ser un problema para los de Cabrero, el final del primer tiempo se cerró con el empate, en una jugada muy desafortunada. Sigali peinó mal la pelota, que encima le rebotó en la cabeza a Silva y se le coló junto al palo a Bossio. Con semejante golpe anímico, no fue extraño que el campeón intentara bajarle el ritmo al juego. Parecía que cumplía con el objetivo, pero Lima clavó un golazo y desató la euforia en Liniers.
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