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El fútbol-caviar desplegado por el Barcelona ante un atónito estadio Santiago Bernabéu tuvo como protagonista ayer a todo un equipo, aunque en la histórica noche del fútbol español un hombre fue clave: Lionel Messi. El de Messi en el 6-2 sobre el Real Madrid fue uno de esos partidos-hito en la carrera de un jugador. El argentino brilla en la cancha hace ya más tiempo de lo que sus 21 años permitirían pensar. Pero hay partidos y partidos. No es lo mismo brillar cuando hay poco en juego que cuando la historia llama a la puerta.
En su archivo particular de momentos decisivos, Messi tiene aquel choque en el que enloqueció a Asier del Horno en la Liga de Campeones ante el Chelsea, el de su maradoniano gol ante el Getafe dos años atrás, y el que jugó el 28 de marzo en Buenos Aires ante Venezuela, saldando una deuda con la Selección. Ahora suma uno más, no porque debiera demostrarle nada al Barcelona, pero sí porque resurgió y arrastró al equipo en un momento de ciertas dudas y temores.
El Real Madrid venía envalentonado por una asombrosa racha de 52 puntos ganados sobre 54 posibles, y si había una noche en la que el Barcelona podía tropezar, ésa era la de ayer. Un triunfo blanco pondría la Liga al rojo vivo, a sólo cuatro días del choque en el que el Barça se juega ante el Chelsea el pase a la final de la Champions.
¿Cansado, sin fuerza, presionado? Nada de eso. Messi borró las dudas sobre su fortaleza mental de cara a los grandes momentos. Marcó su primer gol en el Bernabéu, sumó otro para acumular 23 en la Liga y está lanzado hacia un mes de mayo en el que los sueños más locos son posibles: inminentes campeones de Liga, por qué no de la Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao el 13 de mayo y, si todo sigue funcionando, de la Liga de Campeones si llegan a la final del 27. Un triplete que sería inédito en la historia blaugrana.
Astuta noche de Messi, y por supuesto que de su entrenador Josep Guardiola. Seis minutos duró el argentino “engañando” al Real Madrid desde su habitual sitio en la banda derecha. Enseguida se ubicó en el medio, entre los dos centrales y los mediocampistas, desplazando a Eto’o a la derecha y con un inspirado Henry en la izquierda. Pareció que no se lo esperaba allí, y desde esa posición de maestro de orquesta, con permiso de Xavi e Iniesta, enloqueció a la defensa blanca. Los temores catalanes de que el argentino Gabriel Heinze lo frenara a guadañazos quedaron en nada.
En una noche de fútbol y más fútbol, las cifras fueron sin embargo significativas. La de Messi-Henry-Eto’o es una delantera que suma ya 69 goles, el trío más exitoso en la historia de la Liga. Cien goles acumula el Barcelona, a sólo siete del record logrado por el Madrid de John Toshack.
El argentino mostró casi todo lo que puede mostrar un futbolista. A los 33 minutos se quedó sin espacio, sin ángulo. La cancha se terminaba y se inventó un tiro, un zurdazo de reminiscencias maradonianas que rozó suave el arco, de izquierda a derecha, y casi entró por encima de la cabeza de Casillas en la última esquina posible. Fue el prólogo de su primer gol, una pelota perdida por Lass en la puerta del área. Iban 35 minutos y Messi marcaba el 3-1, su primer gol en el Bernabéu. El final llegó con el “viejo” Messi entrando en diagonal por la derecha para poner el 5-2. Llegó otro gol, el de Piqué: jamás el Barcelona le había metido seis al Real Madrid en el Bernabéu. Del “Higuaín” que había gritado todo el estadio ante un 1-0 para el Madrid que a esa altura parecía datar del Pleistoceno, se pasó al aplauso de hinchas blancos. Vencidos y humillados, sí, pero rendidos de admiración ante el fútbol-caviar que le debe a Messi.
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