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Deportes|Domingo, 17 de mayo de 2009
HISTORICA PALIZA A RIVER: CUATRO A CERO Y MUCHO TIKI TIKI

Huracán dio testimonio de su candidatura

Baile, milonga, paseo, pesto. Todos los calificativos de ese tipo valen para sintetizar el triunfo del equipo de Cappa, que quedó a dos puntos de Lanús. Dos goles de Pastore, uno de Medina y otro de Toranzo redondearon la goleada. River se despidió del torneo.

Por Juan José Panno
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Defederico y Pastore se reúnen en el festejo. Huracán se juntó en toda la cancha.

El partido se acabó a los 89 minutos porque Pezzotta se apiadó de River ante el papelón que padecía. O bien se podría asegurar que terminó antes, a los 20 minutos del segundo tiempo, cuando Medina tocó una pelota que viboreaba sobre la raya de gol. O quizás un rato antes, cuando Pastore clavó un derechazo cruzado con tres cosas a favor: el factor sorpresa, el viento y la tardía reacción de Vega. O cuando a River le echaron a Villagra. O tal vez un poquito antes todavía, cuando Huracán se dio cuenta de que la tarea de ablande sobre el ímpetu inicial de River ya estaba concluida y que sólo se trataba de persistir en el ataque. Y si se sigue retrocediendo hasta puede llegarse a la conclusión (con la chapa puesta, claro) de que no hubo partido y que todo estaba cocinado de antemano porque la realidad de ambos es muy distinta y el optimismo y la confianza de los pibes de Huracán es inversamente proporcional al desánimo y el pesimismo de los jugadores de River.

Eso sí, no era tan fácil de prever la justificada y merecida diferencia de cuatro goles y el baile por momentos humillante. El toque, el tiki tiki, los caños, los sombreros, la triangulación y las gambetas están tan a la vista que deslumbran y encandilan, como corresponde. Pero hay otros méritos de los de Patricios que también deben resaltarse. Ayer le faltaron Goltz y Domínguez, los dos marcadores centrales, dos futbolistas con mucha experiencia y no se notaron sus ausencias. Los reemplazantes, Filipetto y Cura, se mostraron muy sólidos. Filipetto anticipó mucho y resolvió siempre con mucho criterio. Cura también, y hasta se permitió algún lujo poniéndoles el corazón en la garganta a los hinchas de su equipo. El otro vértice del triángulo de las Bermudas en el que se hundió River fue Bolatti, especialista en quitar y recuperar la pelota y capacitado para completar el combo jugando con precisión a un toque. El esquema montado por Huracán les cerró casi todos los caminos a Falcao, Buonanotte y compañía. En 90 minutos, por impericia propia pero también por mérito del rival, River llegó muy poquito. Se le pueden contabilizar tres llegadas de Falcao. Muy poco para los pergaminos y la ubicación en la tabla de un equipo que hasta antes del partido de ayer tenía posibilidades (matemáticas, por lo menos) de pelear por el título. Tres llegadas de River contra cuatro goles de Huracán y varias buenas atajadas de Vega.

Más allá de los goles hubo un pasaje tremendo para el equipo de Núñez. Después del segundo gol, los jugadores de Huracán incentivados por un público enfervorizado que gritaba ole y ole, se dedicaron a tocar con cierta displicencia. Cappa, normalmente muy sereno, hacía ampulosos gestos reclamando más goles. Le hizo caso Pastore, que se metió en el área con caño y todo y definió con clase después de amagarle a Vega. Y también obedeció Toranzo, que estampó una linda media vuelta en la red sobre el final.

Goleó y gustó Huracán. El buen fútbol y el buen gusto lo celebran.

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