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Deportes|Sábado, 28 de noviembre de 2009
Opinión

Por suerte, a Bilardo tampoco se le entiende

Por Diego Bonadeo

No puede insistirse más en que los comunicadores no tienen nada que ver en la difusión de productos ictícolas en mal estado. Por más que la corporación mediática insista en que así es (que no tienen nada que ver), muchas veces la cuestión pasa por el remanido y tantas veces amarillento “informa primero”, y dejan de lado el “informa mejor”. Y no se trata solamente de la falsa expectativa creada, por ejemplo, respecto del perro muerto que en definitiva no era de la aún no encontrada familia Pomar, así como de tantos otros asuntos más o menos graves. Vale recordar que un sedicente comunicador hace algunos años anunció la muerte de Maradona.

Pero en lo que a esta sección del diario concierne, la casi siempre, por ser generoso, irresponsable intervención de intermediarios, generalmente en connivencia con dirigentes –la franela dialéctica muchas veces cómplice de quienes escriben, cuentan o muestran, llaman “representantes” y hasta ampulosamente “empresarios” a esta fauna, casi siempre de mercachifles–, ha sido primordial para el desmantelamiento de algunos planteles. Y aunque no se haya blanqueado, intermediarios sin escrúpulos a quienes les importa un bledo –o dos bledos, qué más da– del fútbol y de la gente, comunicadores tilingos o sinvergüenzas y dirigentes, o bien distraídos o bien cómplices, hicieron creer en el desembarco en Racing del alemán Lothar Matthaüs y en el conchabo profesional de la pareja del ex futbolista, por gestiones de una tal Ingrid Grudke. También, y pocos días atrás, como si no fuera suficiente el desaguisado que entorna a la Selección Nacional, alguien lanzó al ruedo la posibilidad de que el técnico holandés Guus Hiddink se convierta en manager del combinado argentino. Que no se le entienda, no importa. Total a Bilardo, por suerte, tampoco se le entiende...

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