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Deportes|Viernes, 18 de junio de 2010
CON TRES GOLES DE GONZALO HIGUAIN, LA SELECCION ARGENTINA GANO Y SACA CHAPA DE CANDIDATO

Goleada para subirse con ganas a la ilusión

Solidez, contundencia, fluidez, las virtudes de un equipo que manejó el partido a su antojo, salvo en el arranque del complemento. Con grandes actuaciones de Tevez e Higuaín, la Selección mostró también que no depende de Messi para sobresalir.

Higuaín marca su tercer gol con un cabezazo cruzado, después de recibir la pelota por un envío de Agüero.
Imagen: EFE.

De a poco, la Selección Argentina comienza a dar muestras de juego que invitan a la ilusión. Sumada a la virtual clasificación a los octavos de final con la goleada 4-1 ante Corea del Sur, el equipo de Maradona exhibió en el rendimiento algunos síntomas de madurez como conjunto que eran inéditos en este ciclo. Es cierto que el análisis surge a partir de dos triunfos ante rivales menores y que estarán lejos de la pelea grande en el certamen. Pero ante adversarios de jerarquía similar, otros candidatos han tropezado o, al menos, han mostrado más dificultades.

A las virtudes que había mostrado en el debut ante Nigeria, el equipo de Maradona le agregó una mayor fluidez en el trato de la pelota, más contundencia frente al arco rival, algo de solidez a la última línea y una menor dependencia de Lionel Messi. No es poco. Mucho más teniendo en cuenta que, según viejos axiomas futbolísticos, las victorias entregan confianza y los triunfos llaman a los triunfos.

Como ante Nigeria, Argentina abrió el marcador antes del primer cuarto de hora. Y si bien se trató de una jugada afortunada, ya que Chu Young Park, el hombre más adelantado de Corea, se llevó por delante la pelota en su área, el tanto llegó como consecuencia de la actitud con la que Argentina afrontó el encuentro. Salió a presionar, a plantarse en campo rival, a manejar la pelota y a soltar hombres en ataque. Por eso, a pesar de la acción fortuita, el gol fue el corolario de esa intención inicial.

Más allá de la ventaja, la propuesta no se modificó. Entonces, el partido se planteó como Argentina quiso. Y a pesar de llegar menos al arco rival que ante Nigeria, el equipo de Maradona tuvo mucho más control de la situación que ante los africanos. Durante 75 minutos se jugó al ritmo y con las condiciones que imponía Argentina. Apenas perdió algo la compostura durante un cuarto de hora, en el que Corea del Sur generó su única ocasión clara del partido –un mano a mano que Ki Hum Yeom despilfarró frente al achique de Romero–, se aproximó con un par de remates desde lejos y provocó un revolcón del arquero afuera del área. Nada más en todo el encuentro. Una prueba de la solidez que exhibió Argentina, a pesar de la prematura salida de Samuel y sin tomar en cuenta el error puntual de Demichelis en el descontextualizado gol coreano. La presencia de Maxi Rodríguez le entregó equilibrio a la mitad de la cancha y ordenó a Jonás, más cómodo como lateral definido que desdoblado entre defensor y mediocampista.

Pero la clave para la defensa pasó por la tenencia de la pelota, el sistema más eficaz para evitar los embates rivales. Con ese argumento como bandera, la última línea argentina tuvo poco trabajo y no quedó tan expuesta como en ciertos momentos ante Nigeria, aunque hace falta una aclaración indispensable: también colaboró mucho la tibieza de los coreanos, que ni en desventaja abandonaron su postura pasiva.

Una de las preocupaciones que había tenido Maradona tras el debut fueron las chances dilapidadas. Y, al menos ayer, ese aspecto también se corrigió. Argentina generó menos ocasiones de gol claras que ante Nigeria, pero se consiguió mucha mayor eficacia. El mejor ejemplo fue Higuaín, con tres tantos, que ante Nigeria había estado negado en el último toque.

La otra gran noticia que dejó el choque ante los coreanos fue que esta vez no se necesitó de un Me-ssi deslumbrante como ante Nigeria para marcar la diferencia. El crack del Barcelona, rodeado de camisetas rojas, igual tuvo un buen partido, participó en los goles y provocó desequilibrio, como en la apilada y corrida del tercer tanto, o en el pase mágico del cuarto, previo al centro de Agüero. Sin embargo, no fue el faro de todos los ataques, ni el protagonista de la mayoría de las acciones de peligro del equipo. Y con el ingreso de Agüero encontró un socio para descargar y picar en velocidad, una de sus marcas registradas en Barcelona.

Con 180 minutos, la Selección acaricia la clasificación; pero lo más relevante es que su rendimiento va en crecimiento. Por eso, cada vez más confirma su candidatura y demuestra que el traje de candidata no le queda grande. Como para alimentar la ilusión y llegar lejos.

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