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Para nada le falta razón a César Menotti cuando comenta que hay gran cantidad de futbolistas de Primera División en la Argentina que no solamente yerran en los pases a los compañeros, sino que tampoco aciertan cuando tiran centros al área grande. Le yerran al área grande...
Así las cosas no puede llamar demasiado la atención que se juegue cada vez peor, pese a las permanentes falsas expectativas creadas por prácticamente todos los que tienen que ver con los anuncios de cada partido: jugadores, dirigentes, entrenadores, periodistas, caraduras y polizones.
La seguidilla de bodrios de la última semana, desde el River-Boca al San Lorenzo-River, con Argentina-Brasil en el interín, desde Qatar, obligó hasta a los propios generadores del estúpidamente folclórico “fútbol-pasión” a abogar por algo menos peor.
El propio relator del régimen y su melifluo comentarista aparecían ante las pantallas de televisión como reclinados en un confesionario pidiendo disculpas por sus pecados, siendo ellos y tantos más quienes habitualmente convocan a un fútbol que ya no es.
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