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Deportes|Miércoles, 16 de febrero de 2011
Opinión

La prolijidad genera mejores resultados

Por Facundo Sava *

La primera fecha del Clausura 2011 arrojó, como dato significativo, una confirmación: la prolijidad institucional, la apuesta a un proyecto a largo plazo, desemboca más temprano que tarde en los buenos resultados deportivos. Como viene sucediendo en los últimos tiempos, hubo equipos en esta jornada inicial que ratificaron las presunciones y volvieron a acaparar los elogios: Estudiantes, Lanús, Godoy Cruz, Vélez. No ya porque ganen o pierdan, sino porque defienden sus convicciones.

Los cuatro, cada uno a su estilo, continuaron con el desarrollo de una idea definida no solamente en lo futbolístico, sino también en lo institucional y, más allá del buen correlato en el resultado puntual de esta jornada (triunfo para los tres primeros, empate para los de Liniers), es la propuesta global lo que les permite sostenerse a pesar de los vaivenes recurrentes del fútbol argentino.

De los cuatro, acaso sea Lanús el de raíces más profundas y el de proyección a plazos más largos: Gabriel Schurrer, actual técnico de Primera, viene siendo capacitado desde hace varios años, igual que lo fue antes Luis Zubeldía, y antes Ramón Cabrero. Lo que otros consideran un gasto (viajes de los técnicos de divisiones juveniles, cursos de capacitación y demás), para Lanús es una inversión a futuro.

Así, como sistema y tras recorrer la escalera de juveniles, el entrenador que se hace cargo del primer equipo de Lanús llega con un bagaje de conocimientos que le sirve para resolver diferentes situaciones.

Con matices, Estudiantes, Godoy Cruz y Vélez también coinciden en la apuesta: seriedad dirigente como base de un proyecto deportivo, solidez para soportar el cambio de entrenadores, sabiduría para incorporar jugadores funcionales a la propuesta en lo deportivo como en lo humano.

El funcionamiento de un equipo, en definitiva, refleja la idea de que un club elige, y es en la planificación ordenada donde los jugadores desarrollan un proceso de identificación y pertenencia con los colores y la camiseta. Esa comodidad, ese orgullo de formar parte, provoca que el jugador quiera perfeccionarse, dar más de sí, y que a la vez recupere el costado lúdico del fútbol. Porque está feliz.

Por lo demás, esta fecha inaugural dejó una saludable medida de River: la de aceptar sus limitaciones. Dentro y fuera del campo. Es mal endémico del fútbol argentino la desesperación de reforzarse, al punto a veces de poner en riesgo la economía del club. Para este certamen, River se sinceró consigo mismo en el aspecto financiero y también en el deportivo. Su pelea es hoy el promedio.

* Ex futbolista.

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