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Deportes|Sábado, 19 de marzo de 2011
BIN HAMMAM VA POR LA FIFA

El anti Blatter

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Mohamed Bin Hammam es el alumno que se vuelve contra el maestro. Antiguo aliado de Joseph Blatter, el qatarí dio rienda suelta a su ambición para enfrentarse ahora al hombre de cuya mano creció en el planeta fútbol. Bin Hammam se presentó ayer como el candidato alternativo y “transparente” al eterno Blatter, que aspira a lograr el 1º de junio su cuarta elección como presidente de la FIFA. Sin embargo, el qatarí integra el Comité Ejecutivo de la FIFA desde 1996 y estuvo al lado del suizo en algunas de sus batallas más crudas.

El fallecido Farah Addo, presidente de la Federación de Fútbol de Somalia, lo acusó hace años de financiar pagos irregulares en la votación que en 1998 llevó a Blatter a la presidencia frente al sueco Lennart Johansson. Cuatro años después, salió indemne del escándalo que supuso que tickets del Mundial de Corea/Japón con su nombre aparecieran en el mercado de reventa con gran sobreprecio. Poco antes, su figura había sido clave para dividir el voto en el bloque africano y lograr la reelección de Blatter frente al camerunés Issa Hayatou.

Su lealtad fue premiada por el suizo, que lo integró en la poderosa comisión de finanzas de la FIFA y lo puso al frente del programa GOAL, encargado de repartir millones de dólares para el desarrollo del fútbol por todo el mundo. Sobre esas bases fundó Bin Hammam su poder.

Conocido como un hombre de inagotable energía y gran visión, Bin Hammam soñó en su juventud con ser jugador de fútbol. Las obligaciones familiares lo condujeron, sin embargo, a estudiar ingeniería y dedicarse a los negocios. Dueño de la empresa constructora Kemco, su carrera dirigencial en el fútbol empezó en 1972 como presidente del Al Rayyan, al que lleva a grandes éxitos en el exótico fútbol qatarí. Tras comandar la Federación de su país, dio el salto a la presidencia de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC), desde donde pretende inclinar la balanza de influencias en el deporte rey de Occidente hacia Oriente. “Dentro de veinte años, Asia liderará al fútbol mundial”, dijo Bin Hammam en 2009, convencido de la fuerza demográfica de su continente.

“Futuro” es el eslogan con el que lanzó ayer su candidatura. “Ha llegado la hora de un cambio, es momento de caras nuevas, sangre nueva. La FIFA necesita cambios”, dijo en Kuala Lumpur, en la sede de la AFC. Apoyado por los petrodólares de la familia real Al Thani, el ambicioso dirigente de 61 años logró llevar en diciembre el Mundial de 2022 a la diminuta Qatar, que construirá futuristas estadios refrigerados para albergar los partidos en el abrasador julio del desierto árabe.

Entonces, la elección se consideró un golpe definitivo de Blatter en su lucha por la reelección, ya que el triunfo qatarí se interpretó como una contraprestación por no presentarse a las elecciones de 2011. Después de años de tejer alianzas, sin embargo, Bin Hammam, que habla de forma fluida inglés y francés, cree que ha llegado su momento. Es el único con alguna posibilidad de plantar batalla al suizo. En junio descubrirá si se precipitó o si el alumno superó al maestro.

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