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Deportes|Jueves, 9 de febrero de 2012
El drama de las tenistas, ahora Arantxa Sánchez

Querida mamá

Por Sebastián Fest
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Las cosas no son siempre lo que parecen: basta con ver el caso de la española Arantxa Sánchez Vicario, aquella número uno del mundo del tenis inseparable de su familia y que parecía ser feliz así. Nada de eso: según sus últimas confesiones, casi se podría decir que odió y odia a sus padres. “El mito de una familia Sánchez Vicario unida y feliz era eso: un mito”, escribió la tricampeona de Roland Garros en un libro autobiográfico (¡Vamos! Memorias de una vida, una lucha y una mujer) presentado ayer en España.

El tenis marcó a la familia Sánchez Vicario. Arantxa, la menor, fue la más exitosa de todos, pero Emilio llegó a ser número siete del mundo y capitán del equipo español de la Copa Davis, Javier se situó entre los 30 primeros y Marisa jugó en buen nivel en los campeonatos universitarios estadounidenses.

Marisa y Emilio, los padres de los cuatro hermanos, fueron omnipresentes en la carrera de Arantxa, que a los 17 años sorprendió al mundo venciendo a la alemana Steffi Graf en la final de Roland Garros 1989. Pero esa presencia sin pausas asfixiaba a la jugadora, confiesa ahora la española, que le dedica palabras muy duras a su madre.

“Es una mujer de carácter fuerte y para ella la disciplina y la victoria pasaban por delante de cualquier otra consideración, cuando tal vez lo que yo hubiera necesitado eran unas palabras de cariño.” Más allá del cariño que dice no haber recibido, la principal acusación de la ex jugadora es que sus padres la dejaron en bancarrota, que de sus 45 millones de dólares en ganancias no queda prácticamente nada.

“Mi padre ha disfrutado de plenos poderes para decidir y gestionar mis recursos (...). Mensualmente se me otorgaba una cantidad de la que yo le daba cuenta puntual y en ningún momento me preocupé de preguntarle.”

“Me han dejado sin nada, estoy en deuda con Hacienda y mis propiedades son muy inferiores a las que tiene, por ejemplo, mi hermano Javier, que a lo largo de su carrera ha ganado mucho menos que yo. ¿Puedo aceptar este abuso y quedarme callada? No voy a hacerlo”, asegura la ex tenista, que tiene problemas con el fisco español por impuestos liquidados como residente en Andorra que involucran unos 3,5 millones de euros.

Las revelaciones de la ex jugadora apuntan a un fenómeno que no es nuevo en el tenis: también Graf y la serbia-australiana Jelena Dokic, entre otras, tuvieron graves problemas con sus padres. Pero la crudeza de las revelaciones de Arantxa generaron un asombro generalizado en España. Y, casi de inmediato, una implacable respuesta de Marisa, su madre.

“Con enorme sorpresa, y gran dolor, constaté que nuestra hija Arantxa había dado un paso más en su voluntad de herirnos y humillarnos”, dijo en un comunicado Marisa, que aseguró haberse enterado de lo que escribió su hija leyendo el sábado el diario El Mundo.

La madre de la jugadora destaca que el padre, Emilio, sufre un “cáncer durísimo de intestino”, mal de Alzheimer y tiene problemas de corazón. “En todo este tiempo no hemos recibido ni una sola visita de nuestra hija Arantxa. Ni un mínimo atisbo de preocupación. Ni un ¿cómo estáis?”, añade. “Nosotros vivimos 20 años por y para ella. Lo dejamos todo de lado e hipotecamos nuestra vida y nuestro matrimonio. Yo la acompañé personalmente desde muy pequeña a todos los torneos, abandonando de hecho a mi marido y a mis otros hijos. Luego, mi esposo dejó su trabajo para acompañarla y ayudarla”, continúa, antes de sugerir que llevará el tema a los tribunales.

“Quedará, desde luego, muy claro que nunca nos hemos aprovechado de Arantxa y que, por supuesto, no está arruinada.” La jugadora no coincide, añade que tiene cortadas las relaciones con sus hermanos y recuerda la soledad de su infancia, en la que el tenis y el éxito eran las obsesiones familiares.

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