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Deportes|Jueves, 16 de febrero de 2012
El entrenador se queda en Boca después de un fuerte entredicho con sus jugadores en Venezuela

Anochecer de un día agitado, sostiene Falcioni

El entredicho arrancó con un reto del técnico a Cvitanich, continuó con una discusión con Riquelme en el vestuario, siguió con la amenaza de renuncia y terminó en una reunión con el presidente Angelici, sin mucho margen de maniobra.

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La cara de Falcioni habla de su disgusto al regresar de Venezuela. Pero hoy estará en el entrenamiento.

Julio Falcioni, por el momento, seguirá siendo el entrenador de Boca. Si alguien hubiese dormido las 24 horas posteriores al empate en Barinas, el enunciado anterior no tendría sentido. Sin embargo, luego del agitado día que se vivió en el club, con la renuncia y luego marcha atrás de Julio Falcioni, con reuniones entre jugadores-dirigentes y dirigentes-entrenador, pasa a ser la noticia más trascendente. Según lo confirmó el presidente del club, Daniel Angelici, Falcioni se presentará hoy a las 9.30 al entrenamiento, tal como lo había anticipado Juan Román Riquelme ayer al mediodía, no bien pisó suelo argentino.

Todo arrancó con el primer cambio que hizo Falcioni en el partido con Zamora. Cvitanich, molesto con ser reemplazado, mostró su fastidio y pateó un bidón. Ante esa reacción, la respuesta del entrenador habría sido que lo sacaba porque no le hacía caso y que mientras jugara como le decía Riquelme y no como él se lo ordenaba, no lo iba a poner más. “El técnico soy yo y no Riquelme”, le habría dicho el DT.

Tras el partido, el diálogo entre el delantero y el capitán sobre la situación vivida no se hizo esperar. Y claro, mucho menos la reacción de Riquelme. Por lo que contaron los enviados en Barinas, el estadio La Carolina tiene un vestuario para los jugadores y una sala contigua, en la que se ubicó el cuerpo técnico. Entonces, Riquelme y Cvitanich se trasladaron a ese sector, encararon al entrenador, y comenzó una discusión que fue subiendo de tono a medida que aparecían los reproches de ambas partes. Por un lado, Falcioni defendía su postura, mientras que el capitán y el delantero aseguraban que el DT no tenía razón sobre lo sucedido.

Los gritos entre el técnico y la estrella del equipo, que ya se escuchaban desde afuera del vestuario, motivaron que el resto de los jugadores se acercaran y se sumaran a la disputa. Y ahí llegó el motivo del mayor disgusto de Falcioni: lejos de respaldar su postura, los referentes del plantel como Rolando Schiavi, Leandro Somoza y Diego Rivero bancaron los dichos de Riquelme. Incluso cuestionaron al entrenador, al que acusaron de “hablar por atrás”. A esa altura, ya comenzaban a llegar los otros integrantes del cuerpo técnico, que un rato antes ya se había retirado al micro.

A Falcioni, la realidad le demostró algo que no esperaba. Jugadores que consideraba incondicionales se le rebelaron y, peor aún, le cuestionaron sus manejos, con el respaldo del resto del plantel. También aparecieron reproches a los planteos poco audaces, aunque en todo momento los jugadores remarcaron que el problema no pasaba por esa cuestión. “Queremos ganar todo y nos bancamos jugar así, pero no que hables mal por atrás. Eso genera problemas”, fue el mensaje que le bajaron los futbolistas al técnico. Sin embargo, el cruce ya había dejado sus secuelas, sobre todo porque, según las versiones, Riquelme le habría pedido a Falcioni que se disculpara delante de todo el grupo.

La primera consecuencia se vio en el tramo inicial del vuelo rumbo a Buenos Aires. Entre Barinas y Caracas, Falcioni se ubicó junto a Angelici y le contó lo sucedido, ya que el presidente no se encontraba en ese lugar de la pelea. En ese momento y durante el vuelo a Buenos Aires, Falcioni le contó sus intenciones de renunciar, aunque el dirigente lo convenció de que no lo hiciera público en Ezeiza, al menos hasta que tuviera una reunión en Buenos Aires con los referentes que habían participado de la discusión. Mientras tanto, el rumor de la renuncia del entrenador ya corría en todas las radios y redacciones del país. A esa altura, el planteo que circulaba era que Falcioni iba a plantear un ultimátum “Riquelme o yo”, pero con el correr de las horas y el apoyo de los integrantes del equipo al capitán le fue quitando fuerza a esa estrategia.

Luego llegó el capítulo público del conflicto, con el arribo del plantel a Ezeiza. Allí los tres protagonistas estelares tomaron diferentes caminos. Falcioni, por un lado, se retiró a su casa sin hacer declaraciones. Angelici, a la pasada, alcanzó a decir que Falcioni no había renunciado y que iba a tener una reunión con los referentes del plantel. Y lejos del resto, Riquelme atendió a la jauría de periodistas que aguardaba a los jugadores. Con la cintura habitual, minimizó la pelea, la encuadró dentro de una charla habitual de vestuario entre jugadores y entrenador y descartó que el técnico tuviera intenciones de irse. “Nosotros estamos citados para mañana a las 9.30”, resaltó Riquelme. “El entrenador creo que está conforme con el equipo y nosotros estamos conformes con él”, indicó el capitán boquense.

La tarde se dividió entre hoteles, reuniones y llamadas telefónicas. No bien llegaron a Buenos Aires, los jugadores se trasladaron al hotel de Puerto Madero donde habitualmente se concentran, y allí se dio un encuentro clave en la historia. Angelici con los integrantes de la mesa chica de la comisión directiva se juntaron con Orion, Schiavi, Somoza, Clemente Rodríguez y Riquelme, los referentes del equipo, que dejaron en claro que no estaban de acuerdo con el proceder de Falcioni. “Tuvimos una reunión con los jugadores y salió todo bien, pero debemos seguir hablando”, dijo un dirigente de los que participaron del cónclave.

Mientras se daba esa reunión, Falcioni meditaba la situación con algunos de sus colaboradores, aunque estaba claro que casi no tenía margen de maniobra. A esa altura, la idea de Angelici era mediar entre los jugadores y el entrenador, para que se cambiaran algunos manejos, pero mantener la misma estructura. Con esa premisa llegó a la reunión decisiva, ya cerca de las 21. El tiempo corrido jugó a su favor. Falcioni, más tranquilo, aceptó seguir. Habrá que ver cómo cicatrizan las heridas de un día agitado.

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