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Deportes|Sábado, 21 de abril de 2012
OTRA DEFENSA DE NARVAEZ

Regreso esperado

Por Daniel Guiñazú
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Después de su decepcionante actuación en el Madison Square Garden de Nueva York, cuando perdió su invicto ante el filipino Nonito Donaire casi sin tirar golpes, vuelve al ring Omar Nárvaez. El campeón supermosca de la Organización Mundial de Boxeo hará esta noche la tercera defensa de su corona ante el mexicano José Cabrera, en una pelea a 12 asaltos que se desarrollará en el Polideportivo Aldo Cantoni, de la ciudad de San Juan, y que TyC Sports pondrá en el aire desde las 23.

A los 36 años y a punto de cumplir diez como campeón del mundo (primero como mosca y ahora como supermosca), Narváez parece estar atravesando el último tramo de una campaña brillante, pero que aún pudo haberlo sido más todavía. En el ambiente del boxeo, reina la convicción de que el chubutense desaprovechó sus mejores años aplicando una estrategia de carrera conservadora en la que sumó defensas y triunfos pero nunca se enfrentó a los mejores de la categoría. Si en su apogeo, Narváez y su manager, Osvaldo Rivero, no buscaron la unificación de su título frente a los campeones de las otras entidades, mucho menos habrán de hacerlo ahora que está mucho más cerca el final de su campaña.

Es en ese contexto en el que hay que entender la pelea de esta noche ante el mexicano Cabrera. Narváez necesita restaurar su imagen, que quedó dañada tras su tarea ante Donaire por la corona de los gallos. Tanto que le cerró para siempre las puertas de las grandes carteleras internacionales. Y qué mejor que hacerlo ante un retador poco comprometido como Cabrera, cuyo record de 20 victorias (ocho antes del límite), dos derrotas y dos empates y sus 25 años lo revelan como un púgil de poca pegada, ideal para ganar sin correr muchos riesgos.

Las notables aptitudes boxísticas de Narváez (que llega con un registro de 35 triunfos, 19 por fuera de combate, una derrota y dos empates) están fuera de discusión. Fue, es y será un crack. La cuestión hoy será ver cuánto queda de ello y si sus manos, demasiado sensibles a la rudeza del boxeo, soportan el tren de una pelea pensada sólo para que él se luzca, independientemente del resultado.

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