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Deportes|Viernes, 6 de julio de 2012
OPINION

Les pasó la pelota con la elegancia de siempre

Por Facundo Martínez
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Boca perdió el miércoles mucho más que una final de Copa Libertadores; se quedó sin su máximo ídolo, su jugador emblema: Juan Román Riquelme, quien en la previa al partido ante Corinthians había dado las primeras señales del alejamiento que, cerca de las 1.30 de la madrugada de ayer, confirmó ante el grupo de periodistas que cubrían la salida de los derrotados en el estadio Pacaembú de San Pablo.

El presidente de Boca, Daniel Angelici, se había encargado de remarcar lo obvio: “Boca es más que los jugadores, los entrenadores y los dirigentes”. Sólo había que leer entrelíneas. Y es precisamente entre estos actores en donde hay que buscar los elementos que precipitaron el alejamiento del crack. El dirigente habló justo después de que el propio Riquelme interrumpiera una entrevista que el canal Fox le hacía a su amigo Clemente Rodríguez, justo antes de que los entrevistadores intentaran meter al defensor en el terreno fangoso de los rumores que habían dominado la previa: la renuncia de Riquelme. Curiosamente, otro de los que se detuvo ante la cámara y habló fue el entrenador, Julio Falcioni. El DT se refirió al tema Riquelme, pero se encargó de dejar en claro sus intenciones de seguir en Boca hasta la finalización de su contrato.

Es en las diferencias surgidas entre los que hablaron en esa previa y quienes no lo hicieron en donde se encuentran las razones del alejamiento del ídolo. Diferencias que asomaron en distintos momentos, pero que en los últimos días no pudieron disimularse. El asunto de Roncaglia, del que ayer se despegó Angelici –cargando la cuenta en los representantes del jugador, a quienes la CD de Boca nombró “personas no gratas”–, actuó como percutor, pero las relaciones en Boca estaban quebradas desde antes.

El escándalo de Barinas (Venezuela), tras el empate sin goles ante Zamora, fue el primer escalón de esta última escalada de conflictos que terminó de estallar ayer. Falcioni había recriminado a Cvitanich que hiciera en la cancha lo que le pedía Riquelme, quien tiene una visión futbolística radicalmente opuesta –y por supuesto más rica–, y no hiciera caso a sus indicaciones de entrenador. El plantel se le fue encima a Falcioni, quien en el avión de regreso amagó con renunciar en diálogo con Angelici.

A eso siguió la desconfianza que sintió el equipo respecto del entrenador, luego de que éste decidiera jugar con titulares frente a Deportivo Merlo por la Copa Argentina. La decisión, según le recriminaron algunos jugadores al DT, habría sido económica, y el único beneficiado habría sido el entrenador. Rolando Schiavi, uno de los que dio la cara ante el entrenador, lo habría tratado de “coimero”, y por eso es que Falcioni no quería que el club renovara el contrato del defensor.

Ni siquiera los más chicos se quedaron afuera de la lista de problemas. El DT los cuestionó por la derrota 3-1 frente a All Boys, y de ahí se desprendió una nueva vertiente de conflicto, porque los futbolistas se vieron sorprendidos por los modos del técnico.

Justamente por Boca fue que, a pesar de los conflictos, las partes tiraron para el mismo lado y Boca llegó hasta donde llegó. Pese a que Angelici reiteró ayer que la dirigencia hará un esfuerzo para convencer a Riquelme para que revierta su decisión, lo cierto es que en este contexto lo más probable es que nada cambie. Sin Riquelme se verá otro Boca, distinto al que enamoró a sus hinchas; será el Boca que sueñan Falcioni y Angelici, a quienes el ídolo, con la elegancia de siempre, les pasó la pelota.

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