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Deportes|Jueves, 29 de mayo de 2003
VENCIO 2-1 A COBRELOA, PERO JUGO MAL Y SE COMPLICO SIN NECESIDAD

Boca hizo difícil lo que era fácil

A los 15 minutos ya ganaba 2-0, con goles de Donnet y Tevez, pero inesperadamente los chilenos descontaron antes de la media hora y comenzaron a manejar la pelota. No pasó sobresaltos, aunque tampoco pudo ganar con comodidad. En semifinales espera el América de Cali, que ya eliminó a Racing y a River.

Por Ariel Greco
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Tevez y Donnet celebran su gol en coproducción. Fue el primero de Boca.
Boca armó su fiesta: le puso color, música, cotillón, papel picado, fuegos artificiales, la dedicatoria infaltable a River y todos los condimentos de una noche de Copa. Eso sí, le faltó un detalle no menor; el equipo se olvidó de agregar el fútbol, el gran ausente en el festejo. Claro que a la gente no le importó demasiado, ya que un par de apariciones de Carlos Tevez alcanzaron para que Boca liquidara la serie frente a Cobreloa antes de los quince minutos y para que luego se dedicara a pensar en el domingo, cuando lo visite River por el Clausura. Ahora, el equipo de Carlos Bianchi se las verá en semifinales ante el América de Cali, verdugo de Racing y River en las instancias anteriores.
Si es cierto que Boca se había traído tres cuartos del pasaje el miércoles pasado de Calama, el sello final del pasaporte lo consiguió anoche en los primeros quince minutos de juego. En ese pasaje demostró la diferencia de jerarquía ante un rival voluntarioso y anotó dos goles que le dieron la tranquilidad necesaria para manejar el partido. Aquí hace falta una aclaración. Lo de manejar es en sentido figurado. La forma que eligió Boca para sobrellevar los restantes 75 minutos fue regalarle la pelota al adversario y esperar alguna corajeada made in Tevez para estirar la diferencia. Como el juvenil sufrió una marca áspera y no tuvo mucha compañía, el equipo de Carlos Bianchi se conformó con lo que ya tenía y llegó a la clasificación sin sobresaltos, aunque aburrió a las casi 50 mil personas que lo fueron a ver, más preocupadas en recordar las penurias River que en lo que ocurría en el terreno.
La primera maniobra con velocidad y precisión que generó Boca se transformó en el primer gol del partido. Battaglia metió un cambio de frente excelente para la subida en solitario de Jerez. El pibe avanzó unos metros y tocó al medio para Barros Schelotto, que habilitó perfecto a Tevez. Si bien podía definir ante al arquero Tapia, el delantero boquense prefirió asistir a Donnet, que solo frente al arco vacío no tuvo inconvenientes para señalar el gol. Sin merecerlo, el equipo de Bianchi se ponía en ventaja con un golazo y disipaba cualquier duda que podía existir sobre quién sería el rival de América en semifinales.
Cobreloa no se había repuesto del primer impacto cuando los locales volvieron a golpear. Esta vez la jugada nació de los pies de Cagna, que robó una pelota y tocó para Tevez, que picó en posición muy dudosa. Con los ojos bien abiertos, el nuevo ídolo de Boca amagó abrir el pie para colocar el remate al segundo palo, pero a último momento cambió de lado para aprovechar el hueco que le regaló el arquero. 2-0 y parecía que se venía una goleada. Sin embargo, aquello fue un espejismo. Contento con lo logrado, Boca se retrasó y permitió que los chilenos se adueñaran de la pelota. Si bien parecía que Abbondanzieri no corría riesgos, una brillante apilada de Galaz ante Crosa y Schiavi, con un posterior toque con el revés del pie derecho ante la salida del arquero, les dio a los visitantes la ilusión de que todavía no estaba todo resuelto.
A pesar del gol en contra, Boca no se dio por enterado. Siguió en su mundo, con la cabeza en otra parte, sin forzar el desarrollo y permitiendo que los mediocampistas adversarios monopolizaran el balón. Es cierto que Abbondanzieri casi no pasó sustos, pero es tan real como que Boca sólo inquietó con una volea de Tevez que Tapia mandó al corner. Si lo de la primera etapa había sido aburrido, lo de la segunda rozó lo patético. Ante un rival limitado y sin ingenio, Boca se expuso a un eventual empate por amarrete y distraído. Tampoco ayudó con sus cambios Bianchi, que dejó un mediocampo con Villarreal-Cascini-Pinto-Donnet, incapaz de realizar dos pases seguidos a un compañero. Ante ese panorama, los hinchas se dedicaron a disfrutar de su fiesta. Se olvidaron de lo que veían, sacaron su pirotecnia y recordaron la eliminación del tradicional rival. Eso sí, también dejaron un mensaje para el fin de semana: “El domingo / cueste lo que cueste...”.

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