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Deportes|Sábado, 6 de julio de 2013
JJ. OO. EL PLAN SECRETO DE LA ELECCION DE BUENOS AIRES COMO SEDE

El jeque y el spin doctor

Más allá del trabajo conjunto de la Ciudad, la Nación y el COA, la clave estuvo en el poder dentro del COI del kuwaití Ahmed al Sabah y la experiencia del asesor más afamado, Mike Lee.

Por Sebastián Fest
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Jacques Rogge saca el papel de Buenos Aires. El lobby de Buenos Aires funcionó perfectamente.

Desde Lausana

¿Cómo se gana una sede olímpica? Nadie tiene una respuesta cierta, sobre todo porque no hay un camino único, pero más allá del trabajo duro y las ideas claras, Buenos Aires tuvo dos aliados fundamentales para llegar al éxito: el poder del jeque kuwaití Ahmed al Sabah y la experiencia del spin doctor Mike Lee.

Al Sabah es el poder emergente en el COI y muchos le temen, porque en los últimos tiempos, el kuwaití no para de ganar. En marzo de 2012 tumbó al “eterno” Mario Vázquez Raña para conquistar la presidencia de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO), al tiempo que introdujo al irlandés Patrick Hickey en el comité ejecutivo del COI. Además colocó a uno de los suyos en la presidencia de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) y al rumano Marius Vizer en la presidencia de Sportaccord, un órgano de federaciones que pretende contrapesar el poder del COI.

El triunfo argentino fue también el de Al Sabah, que menos de una hora después de que el presidente del COI, Jacques Rogge, pronunciara las palabras “Buenos Aires” ingresó a una zona reservada y se abrazó con varios miembros de la exitosa candidatura. “Soy un miembro normal del COI que se sienta junto a los otros cien”, le dijo a la agencia dpa el jeque sin dejar de sonreír, probablemente porque sabe que “miembro normal” es lo último que podría decirse de él. También lo sabe Gerardo Werthein, presidente del COA, que tras sus gafas de marco celeste y en su impecable inglés destacaba el triunfo “histórico” de un país que hasta hace pocos años vivía marginado en el COI.

A dos metros de Werthein se movía discreta Tania Paessler, una española-alemana que esta vez trabajó para Buenos Aires y que en anteriores ocasiones fue lobbysta de Nueva York y Madrid. Alta, rubia, de impecable presencia y fluido dominio de idiomas, Paessler tiene contactos en altísimos niveles, y no sólo por la estrecha amistad que la unió al príncipe Felipe de Borbón o el noviazgo que tuvo con uno de los hijos del ex jefe de gobierno español José María Aznar. Paessler, que también hace lobby para Estambul 2020, prefirió sonreír, casi tímidamente, y decir sólo que se trataba de su “primera victoria” tras años de recorrer los pasillos olímpicos por todo el planeta. Quizá no era ella la que debía hablar, seguramente era mejor que lo hiciera ese hombre pequeño, regordete y canoso al que todos felicitaban en esa exhibición de poder que era el jueves el Palais de Beualieu en Lausana.

Mike Lee, el más efectivo de los spin doctors de las candidaturas a sedes de grandes eventos deportivos, estaba contento, aunque era una alegría trufada de cierta suficiencia. Si quiere ganar, contrate a Lee, suele escucharse en el deporte. Lee lo sabe, lo disfruta y tiene derecho a hacerlo, porque es cierto. Jefe de comunicaciones de la UEFA años atrás, fue clave para que Londres, Río de Janeiro y Pyeongchang ganaran sus respectivas sedes olímpicas, para que Qatar se quedara con el Mundial de Fútbol de 2022 y para que el rugby se hiciera con uno de los dos lugares abiertos para nuevos deportes en los Juegos de 2016.

Ahora se enfrentaba a una Medellín que había puesto toda la carne en el asador, ya que llevó a Lausana al presidente del país, Juan Manuel Santos, algo un tanto excesivo tratándose de Juegos de la Juventud e impensable en el caso argentino, con Mauricio Macri como jefe de Gobierno y con Cristina Fernández de Kirchner como Presidenta. “Gerardo luchó mucho y además teníamos una buena historia”, dijo Lee a dpa. “Una historia emotiva y para los jóvenes”, añadió antes de explicar con un latigazo verbal por qué la presencia de Santos no lo inquietaba el jueves: “Ya le ganamos a Obama para los Juegos de 2016. Claro, aquella vez teníamos a Lula”.

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