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David Nalbandian, un tenista de elite que sin haber sido número uno dejó una huella imborrable, pondrá punto final a su brillante carrera profesional hoy con una despedida de lujo, nada menos que ante el múltiple campeón español Rafael Nadal, quien es en la actualidad el mejor del planeta. La despedida definitiva del Rey David será desde las 16 en un estadio con capacidad para ocho mil personas construido especialmente en el predio de La Rural, en el barrio de Palermo, y promete ser de alto vuelo, por la jerarquía de los invitados. Además, habrá un encuentro de dobles que unirá al argentino y el español para enfrentar al serbio Novak Djokovic, escolta de Nadal en el escalafón, y al tandilense Juan Mónaco. Ayer, los dos astros disfrutaron de una exhibición sobre un barco en el glaciar Perito Moreno.
Nalbandian comenzó su gira de despedida el miércoles por la noche en Chile, con una exhibición ante el local Nicolás Massú, quien también colgó la raqueta, y continuó anoche en su Córdoba natal, donde se dio el gusto de vencer al mallorquín Nadal por 6-4 y 7-6 (8-6), en una velada cargada de sentimiento y emoción. Sin dudas, el unquillense de 31 años no transitó el segmento final de su carrera como hubiera querido, ya que acosado por las lesiones apenas pudo jugar 11 partidos este año, el último en el Masters 1000 de Miami ante el finlandés Jarkko Nieminen, en marzo pasado.
Y por la Copa Davis, su gran pasión, se lo vio en abril, en el punto de dobles ante Francia. En esa ocasión, David, junto al marplatense Horacio Zeballos, venció a los franceses Michael Llodrá y Julien Be-nneteau, Argentina ganó la serie por 3-2 y avanzó a las semifinales.
Pese a su esfuerzo no pudo estar en la derrota ante la República Checa, en Praga, en septiembre último, ya que no se recuperó de la doble operación de cadera y hombro derechos a la que fue sometido en mayo pasado, y vaya si lo lamentó. La Davis fue su gran obsesión, lo desveló, lo alegró y lo frustró, como en aquella final perdida con España en Mar del Plata, en 2008. El cordobés siempre se mostró incondicional para jugarla y completó una trayectoria de 50 partidos, con 39 triunfos y 11 derrotas. Pese a su dedicación, también mantuvo roces, especialmente con Guillermo Coria y Juan Martín Del Potro, que influyeron en las derrotas, algunas evitables, debido a una guerra que mezcló egos, poder y dinero.
En el circuito conquistó 11 títulos de ATP, con puntos salientes como el Masters de Shanghai 2005, cuando venció en la final al suizo Roger Federer, o los Masters 1000 de Madrid y París, ambos en 2007. En Madrid les ganó en serie a Nadal, Djokovic y Federer, y en París repitió con el suizo y el español, desplegando un tenis sencillamente extraordinario.
También matizó el tenis con su pasión por los autos, así y todo hizo semifinales en los cuatro Grand Slam (fue finalista en Wimbledon en 2002, con apenas 20 años), protagonizó duelos increíbles con Federer, al que enfrentó desde que eran juniors. Uno de sus rivales en el circuito se transformó en amigo y así estará el supercampeón Nadal, ganador de ocho Roland Garros, el último en mayo pasado. Su presencia no es casual, ya que se trajo a un tenista realmente grande para despedir a otro que se va.
Sin haber ganado un Grand Slam ni conquistado la Davis, el cordobés Nalbandian se ganó el respeto del circuito en su totalidad. Por eso, la foto del final lo encontrará, como tantas veces, entregado al reconocimiento de su público, que lo erigió como el símbolo por excelencia en la Copa Davis, donde fue un verdadero Rey sin corona.
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