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Desde Belo Horizonte
1 RAPIDEZ. La velocidad habitual que ha mostrado Di María a lo largo de su carrera sigue haciendo diferencia aquí en Brasil. Su estado físico le permite tener un plus sobre el resto, y cuando la mayoría detiene su marcha para recuperar el aire, él no parece sentir ese desgaste y sigue corriendo como al principio. Lo mismo sucedió en la final de la Champions League, cuando una de sus corridas, ya en tiempo suplementario, le sirvió para convertir un gol y transformarse en el hombre más destacado de ese partido con tanta trascendencia.
2 DESTREZA. La capacidad que posee el rosarino para controlar la pelota y engañar a sus rivales, amagando salir por un lado y escapando por el otro, es uno de los atributos que le aportan mucho al seleccionado. Di María suele utilizar seguido esta opción, generando el desequilibrio por la franja que le toca transitar. Sus desbordes, sobre todo por la izquierda, desembocan en un envío al área para la entrada de alguno de los delanteros, sobre todo de Messi o Higuaín. De los tres mediocampistas es el único que exhibe esta cualidad.
3 POTENCIA. El remate al arco de media distancia es otro rasgo que fue adquiriendo Di María en los último años. Los goles que venía convirtiendo, generalmente los hacía dentro del área, llegando por sorpresa por los laterales. Desde hace un tiempo se fue animando a probar al arco desde distancias más largas, y en muchas ocasiones terminaron en gol para el equipo que le toca integrar. En el seleccionado es habitual verlo pegarle desde lejos, y precisamente ante Suiza casi convierte de esa manera, pero el arquero Benaglio respondió de forma brillante.
4 VISION. Si bien Fernando Gago es el que suele acompañar más a Messi en el armado de las jugadas de ataque, Di María también ha crecido en ese aspecto. El es otro de los que también colabora en ese circuito, tratando de quitarle toda la responsabilidad al jugador de Boca. Cuando Messi busca compañía por la izquierda y Gago queda lejos de la jugada, Di María aparece en ese instante para convertirse en el socio que el capitán necesita. Una variante más que el equipo viene aprovechando a lo largo de este Mundial.
5 SACRIFICIO. El ex Central también se las arregla para ayudar a Marcos Rojo en la recuperación de la pelota por la banda izquierda. Más allá de algún pedido especial del entrenador Sabella para que esté atento a la subida del lateral derecho rival, como ocurrió frente a Suiza, Di María, por decisión propia, también busca la manera de que el marcador argentino no quede tan expuesto si el conjunto rival vuelca el juego de ataque por ese sector. Contra Bélgica no estará Rojo por acumulación de tarjetas amarillas, y posiblemente Di María tenga más trabajo en ese plano junto a Basanta.
6 ZURDA. Una jugada en el partido ante Suiza dejó en claro que Di María no tiene manera de utilizar la pierna derecha para impactar la pelota. Cuando pasó a jugar por el otro costado, después de cambiar de posición con Lavezzi, llegó hasta el fondo de la cancha y trató de lanzar la pelota al área. Como ni siquiera intentó pegarle con el pie derecho, utilizó la rabona (pasando la pierna izquierda por atrás de la otra) para hacerlo y la pelota salió desviada. Esa era una acción de riesgo para Argentina, pero terminó siendo intrascendente.
7 HUMANIDAD. Sus golpes de cabeza no siempre son efectivos, y muchas veces ha sucedido que tuvo oportunidades para marcar un gol, o para rechazar la pelota del área argentina, y lo hizo de manera negativa. El martes pasado conectó mal envíos dos veces desde la derecha, que no inquietaron para nada al arquero, y el equipo se perdió chances valiosas que, cuando no abundan, terminan siendo determinantes. Si tiene que saltar con un adversario para ganar en lo alto, la mayoría de las veces terminan perdiendo, pero no tanto por su altura, sino por su capacidad escasa para este recurso. Bueno, en algo tenía que fallar.
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