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Deportes|Domingo, 10 de agosto de 2014
ARGENTINOS LE GANO 1-0 A BOCA UNIDOS CON UN GOL DE RIQUELME

Román, feliz en su nuevo patio

El estreno del diez resultó perfecto, con el tanto del triunfo a veinte minutos del final, con un remate desde afuera del área. Los hinchas lo ovacionaron desde que salió al campo. Al final disparó contra los dirigentes de Boca.

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La estampa de siempre de Riquelme, que le dio la victoria a Argentinos.

El clásico “Riiiqueeelmeee, Riiiiqueeelmeee...” sonó fuerte en la tarde de ayer. Pero lo hizo lejos de La Boca. Lo hizo en La Paternal, el nuevo patio de su casa. Es que por más que recién ayer debutó en la Primera de Argentinos, con 36 años y 18 años después de haberse marchado, Juan Román Riquelme sintió el afecto de sus nuevos hinchas, que lo vivaron como si nunca se hubiera ido. Y el diez devolvió el cariño, con un estreno memorable. No tanto por la actuación, ya que su partido resultó discreto. Pero su gol cerca del final para el 1-0 sobre Boca Unidos sirvió para que todo resultara perfecto. Hasta la presencia de Ramón Díaz, que se olvidó de rivalidades y pasó a saludarlo al vestuario, lo mismo que a su mimado Cristian Ledesma, otro que volvió a La Paternal para reeditar con su viejo amigo las paredes que tiraron hace veinte años en la mítica categoría 78 del Bicho.

Tantas palabras dichas y escritas quedaron en el olvido cuando Riquelme pisó el césped del Diego Maradona. “Jugué mucho acá, pero la cancha era toda de tierra y las tribunas eran de madera. Ahora está mucho más linda”, dijo el protagonista de la tarde. Claro que el partido no fue sencillo. Con la presión de Escobar, Boca Unidos lo ahogó en la mitad del campo y lo alejó mucho del arco de Garavano. Y con poco ritmo y casi nada de compañía, a Riquelme se le hizo difícil transformarse en el conductor del equipo.

Con ese panorama, Boca Unidos aprovechó los espacios que regalaba Argentinos para dominarlo y provocar que Gabbarini se convirtiera en figura. Así estaba el equipo de Borghi, más cerca de perder que de ganar. Pero en un contragolpe, Iníguez encontró a Riquelme libre, en su zona preferida de la cancha y el resto no sorprendió, salvo a Garavano: control para perfilarse y derechazo secó al primer palo, donde el arquero no llegó a desviar. Apenas levantó el brazo para festejar. Luego regaló un taco mágico y un pase delicioso a Guerreiro, que no pudo con el guardavallas. Pero la tarea ya estaba hecha. Saludó a los hinchas, escuchó el enésimo “Riquelme” y se preparó para disparar contra los dirigentes boquenses. Una tarde completa.

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