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Deportes|Viernes, 15 de mayo de 2015
EL FUTBOL POSTERGA EL DEBATE SOBRE SUS PROPIOS MALES

La eterna complicidad con los violentos

Por Facundo Martínez
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La Conmebol tendrá que decidir cómo se definirá la serie por los octavos de final de la Copa Libertadores entre River y Boca. Antes tendrá que analizar bien lo ocurrido anoche en la Bombonera y no perder de vista la agresión que sufrieron los jugadores visitantes. No hay nada que discutir. Estuvo bien la suspensión e incluso estuvo bien la demora en la decisión, para que todo se enfriara un poco y no se produjeran incidentes mayores. Y estará bien también que a Boca le quiten los puntos y lo sentencien a la eliminación directa.

El club anfitrión, por su parte, deberá investigar bien cómo fue que se burló la seguridad y deberá buscar a los responsables, que son socios y, muy probablemente, barra bravas. No estaría mal empezar por el propio jefe de seguridad del club, Claudio Lucione, desplazado como comisario de la Policía federal por una acusación de corrupción realizada por el propio Ministerio de Seguridad. Está claro que en Boca no se combate a los violentos. Una prueba irrefutable de esto es el crecimiento exponencial de La Doce, que ahora volvieron a gobernar conjuntamente Mauro Martín y Rafael Di Zeo, enemigos íntimos hace unos años, aliados ahora contra la facción que lidera el ex líder barrabrava Fido De Vaux, que ayer ocupó el centro de la popular sur.

Los barrabravas manejan varios negocios los días de partido, tanto afuera como adentro de las instalaciones del club: venta de ropa trucha, venta de comidas y bebidas, el negocio del estacionamiento, reventa de entradas y hasta tours dirigidos a turistas extranjeros que quieren vivir la experiencia barrabrava, aunque sólo sea por un día. Pensar que esto ocurre a espaldas de la dirigencia es jugar al distraído. Aceptar que la dirigencia es víctima de los violentos es una gran falacia que no resiste el menor análisis.

En la Bombonera ayer estuvo presente el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni. Se lo vio acompañado por un gran número de escoltas, subiendo las escaleras del estadio. Habrá visto entonces Berni con sus propios ojos la inmensidad de la barra brava xeneize, cuyo crecimiento no se detiene año tras años.

Se sabe que los dirigentes del fútbol argentino son más propensos a transar con los violentos, que le sirven de fuerza de choque para resolver cuestiones internas, que a combatirlos. El proyecto para blanquearlos que esbozó hace unos días el propio presidente de Boca, Daniel Angelici, es un verdadero disparate. Si algo, como mínimo, tienen que hacer los dirigentes del fútbol argentino es dejar de alimentar a los violentos, terminar con sus negocios y que su lugar en las tribunas, que cada día es mayor, lo ocupen los hinchas verdaderos. Como los que ayer se fueron mascullando su bronca por lo ocurrido y, a pesar del amor a los colores, entendieron que no hay mejor comienzo para dar un debate honesto sobre el problema de la violencia que un castigo ejemplar.

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