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Deportes|Jueves, 6 de agosto de 2015
VENCIO CATEGORICAMENTE A LOS TIGRES DE MONTERREY EN EL MONUMENTAL BAJO UN DILUVIO

River, rey de la Copa Libertadores

Con los goles de Alario, Sánchez y Funes Mori, el equipo de Gallardo se transformó en el protagonista de la noche y consiguió la tercera Copa en la historia del club. Es la conquista número 24 de los equipos nacionales en el torneo continental.

Por Adrián De Benedictis
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El momento más esperado por los hinchas de River durante casi dos décadas: la Copa Libertadores vuelve a Núñez.

La noche también estuvo acompañada por la lluvia, de la misma manera que en 1986 y 1996, cuando las corridas de Juan Gilberto Funes y Hernán Crespo electrizaron el cielo de Núñez. El destino insistió nuevamente con el agua, que pareció bendecir el terreno del Monumental. La gloria vino bañada una vez más para River, que dejó de lado todos los motes dañinos y se subió de lo más alto del fútbol de América. “La Libertadores es mi obsesión”, dice la canción desde lo alto de la tribuna y la ansiedad quedó saciada ayer, con las decenas de miles de hinchas que se fueron aturdidos de un escenario que esperó 19 años para reencontrarse con el éxito grande.

La vida de River no será igual a partir de anoche, el éxtasis perdurará por mucho tiempo, ya que la historia se agigantó una vez más en Udaondo y Figueroa Alcorta.

El legendario Amadeo Carrizo, ahora presidente honorario de la institución, se emociona como cuando lucía con su caraterística gorra, al ver como saltan y expresan su alegría Ponzio, Cavenaghi, Barovero y compañía. Los jugadores no pueden parar de delirar en lo que acaban de conseguir: la Copa más anhelada y esquiva para River llegó por tercera vez a sus vitrinas.

Carrizo puede también observar a Marcelo Gallardo, el técnico que fue campeón como jugador del mismo certamen, aquella noche de 1996. El conductor no pudo estar anoche en el banco, pero disfruta como uno más en el campo de juego. Es su noche más soñada desde que se hizo cargo del plantel, hace apenas un año atrás.

Ahí se lo ve a Cavenaghi con la medalla colgada y despidiéndose del club como más lo quería. El goleador finalizó ayer su vínculo con el club y eligió marcharse con el mejor final. “Se lo merecía”, dijo Gallardo.

Sánchez es elegido como el mejor jugador de la final, y Mayada se cuelga la bandera uruguaya sobre sus hombros. A ellos se suma Mora, para completar el trío oriental. Tampoco falta Viudez, que a pesar de la lesión que lo marginó del banco de suplentes, se las arregla para saltar en el medio de los festejos.

El micro descapotable enciende las luces e inicia su gira en la pista de atletismo, con la Copa a bordo. Suben con lágrimas en los ojos. Barovero y Cavenaghi ya levantaron el trofeo y escucharon el grito más fuerte de la velada, el que trae ecos de campeonatos.

Las insignias japonesas ya están en poder de los jugadores, quienes ahora le apuntan nada menos que al Barcelona de Messi y Mascherano. Pero antes harán otra excursión para intentar pegar un nuevo grito el martes próximo. Nadie se va del estadio y pocos serán los que puedan dormir. El pueblo riverplatense quiere detener el tiempo.

La madrugada ya se instaló en Núñez mientras la fiesta sigue y el ruido no termina. Los relámpagos se mezclan con los fuegos artificiales, y parecen indicar que es la hora de River. La espera, la larga espera de 19 años, acabó.

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