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Deportes|Jueves, 29 de octubre de 2015
Veintisiete clubes europeos perdieron la categoría en 2014-2015

Al descenso por insolventes

Lo señala un informe de la Federación Internacional de Futbolistas (FIFPro) difundido este mes, que señala a más de 600 mil trabajadores afectados por la situación. Una comparación con lo que ocurre en el fútbol argentino.

Por Gustavo Veiga
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Hernán Crespo, ex jugador y ex técnico de Parma.

La Federación Internacional de Futbolistas profesionales (FIFPro) que reúne a 65 mil jugadores de todo el planeta, difundió a mediados de mes un informe revelador que tituló: Descenso económico descontrolado. Se refiere a los 27 clubes europeos que perdieron la categoría por ser insolventes durante la temporada 2014-2015. En la lista hay de todo. Desde el CSKA Sofía –campeón 31 veces en la Liga de Bulgaria– al Parma de Italia que hizo historia en los años 90, Elche de España, Servette de Suiza o el ignoto Lombard Papa de la Primera División de Hungría. Pertenecen a trece países y, según la organización sindical, sus afiliados “son víctimas de modelos de gestión de clubes que permiten un gasto insostenible, generalmente a través del sistema de transferencias”. Para el gremio hubo unos 600 trabajadores afectados por la situación. En la Argentina sería impensable que a un solo equipo lo bajen de categoría por no pagar sus cuentas. Incluso, cuando el artículo 6 del Estatuto de la AFA establece que se deberá “cumplir el presupuesto anual bajo apercibimiento de pérdida de categoría...”.

Para la FIFPro, los 27 descensos “quebrantan claramente dos de los objetivos a partir de los que se construyó el Reglamento FIFA sobre el estatuto y la transferencia de jugadores en 2001: la integridad de la competición y la estabilidad del contrato”. De ahí que presentó una denuncia ante la Comisión Europea. “Si nos fijamos en los países afectados por la insolvencia económica, observamos que en algunos de ellos los jugadores son meros activos de sus clubes y no pueden acogerse a la protección que ofrece la normativa laboral” señaló el gremio.

Hungría con cinco clubes penalizados, más Bélgica y Grecia con cuatro cada uno, vieron descender a casi la mitad de las instituciones de la lista de 27. Y en el caso del primer país, con un agravante: es el único donde perdieron la categoría cinco equipos de Primera División: Kecskemeti TE,

Gyori ETO FC, Nyíregyhaza Spartacus FC, Lombard Papa y Pecsi MFC. En Grecia siguieron el mismo camino dos más: Niki Volos y el OFI de Primera; más Paniliakos y Pierikos de la Segunda División. Bélgica vio caer de esta última categoría a cuatro clubes: RAEC Mons –desapareció tras declararse en bancarrota el 16 de febrero de 2015–, KV Woluwe, KRC Mechelen y VC Eendracht Aalst.

Diez países más tuvieron equipos descendidos por problemas económicos durante la última temporada: Italia, Bulgaria, República Checa, Finlandia, Francia, Polonia, Portugal, Rusia, España y Suiza. La FIFPro dijo en su informe que “los clubes deben actuar de una manera responsable desde el punto de vista fiscal, sin vivir por encima de sus posibilidades. Un estilo de gestión de esta índole sólo podría resultar beneficioso para el fútbol, eliminando situaciones bochornosas como la enfrentada por el Parma”. El sindicato alude al caso del club italiano que desapareció en junio último, fue refundado con el nombre de Parma 1913 y empezó a jugar esta temporada en la Serie D, luego de no haber podido saldar sus deudas ni conseguir un comprador para jugar en la B después de descender de Primera. Hoy, de local, van a verlo unos diez mil hinchas. Todo un récord para el fútbol amateur italiano.

En 2004 ya había cambiado su identidad cuando se fundió la empresa Parmalat: de Parma AC pasó a llamarse Parma FC. De grandes campañas en la década del 90, jugaron en el club los argentinos Hernán Crespo, Juan Sebastián Verón y Matías Almeyda, el colombiano Faustino Asprilla, el francés Liliam Thuram, el brasileño Adriano y el arquero de la selección italiana Buffon.

Su caso es un emblema de la decadencia económica y la corrupción. Su ex presidente, Giampietro Manenti, fue detenido por fraude y lavado de dinero. El Parma sólo se mantiene vivo gracias a la pasión de sus hinchas y a un grupo de industriales locales que cubren los gastos y convencieron a Nevio Scala, el DT de las grandes campañas, de que regresara para dirigir al equipo en la Liga amateur. También se quedó Alessandro Lucarelli, su capitán de 38 años. “He muerto con Parma y quiero renacer con Parma”, declaró cuando decidió seguir jugando con la misma camiseta.

Otro club de pasado glorioso en su país que atraviesa una delicada situación, es el CSKA Sofía. Ahí empezó su carrera Hristo Stoichkov, el ex delantero del Barcelona y la selección búlgara. Un tribunal declaró su quiebra el 2 de octubre pasado y bloqueó todas sus propiedades. Los medios locales le atribuyen una deuda impaga de once millones de euros. El Elche español consiguió zafar por el aporte de un grupo de socios, hinchas y hasta ex jugadores. Pagó así lo que le debía a la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), unos 5,5 millones de euros. Por eso ahora juega en la Segunda División, donde va séptimo en la tabla, con aspiraciones de recuperar la categoría superior.

“En plena temporada futbolística europea, las experiencias de estos clubes y trabajadores no deben quedar relegadas a un segundo plano”, dice el informe de la FIFPro que describe una situación bastante semejante a la que sufrieron muchos clubes argentinos en el pasado y cuyas consecuencias todavía arrastran en el presente. El 29 de junio de este año, el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, le envió una carta al presidente de la AFA, Luis Segura, donde le recordó el concepto de Fair play financiero: “Los clubes deben demostrar que no tienen deudas pendientes con otros clubes, con sus jugadores o con las autoridades tributarias para poder participar en las competiciones. Además, los clubes tienen que asegurarse de cumplir con los requisitos de equilibrio, los cuales en principio significan que no gasten más de lo que ganan”.

La evasión, el lavado de dinero, el pago de coimas o el despilfarro en cualquier de sus formas –como quedó comprobado con el escándalo de la FIFA– no son patrimonio exclusivo de un solo fútbol, europeo o sudamericano. En la Argentina, el último balance de la AFA arrojó superávit (6.136.011 de pesos), pero la mayoría de los clubes siguen cerrando ejercicios deficitarios. “Grandes soluciones no se van a tomar porque faltan unos treinta días para la elección”, dijo Segura en su última conferencia de prensa, tras la asamblea donde se decidió que el 3 de diciembre se elija al futuro presidente del fútbol nacional.

Un augurio de que los cambios de fondo son una entelequia, aun cuando la AFIP marque a los dirigentes de cerca. La decisión política del Estado nacional, a través de la historia, siempre ha indicado otra cosa. Se parece más a lo que decía Valentín Suárez, el viejo dirigente que presidió la AFA y que también fue su interventor, entre las décadas del 40 y 60: “A mí no me vengan con ley jugando de cuco: nunca ningún gobierno le bajará la cortina al fútbol”. Los dirigentes lo saben y siguen haciendo la plancha en aguas turbulentas.

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