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Deportes|Jueves, 14 de marzo de 2002
ESTA NOCHE VISITA AL SANTIAGO WANDERERS EN VIÑA DEL MAR

Boca empieza a olvidarse de River

Es el primer partido del equipo de Oscar Tabárez después del 0-3 en la Bombonera y está cargado de significado. Si gana en Chile, se habrá clasificado para la segunda fase de la Copa Libertadores. Para el técnico, el equipo está “golpeado, pero de pie”.

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Oscar Tabárez, técnico de Boca, en el entrenamiento de ayer, delante de Marcelo Delgado.
Las heridas del 0-3 del domingo, ante River y en la Bombonera, no han cicatrizado aún, pero Boca tendrá la oportunidad, esta noche, por la Copa Libertadores, de mostrar que ha asimilado lo mejor posible el mazazo que sufrió en el Clausura local. El respaldo público de Mauricio Macri al técnico Oscar Tabárez (¿de qué otra manera puede leerse la presencia del presidente dos días después de la derrota?) promueve el correlato: Boca necesita ganarle esta noche al Santiago Wanderers en Viña del Mar no sólo para devolverle el gesto a Macri; también, porque una victoria le asegurará la clasificación a la segunda fase de la Copa, un paso imprescindible en la previsión de que el equipo se vaya alejando de la punta del torneo local. Pese a su liderazgo en el Grupo 6 de la Copa, el presente boquense está sospechado por “la falta de contundencia”, como admite Tabárez, que sufre demasiado la inmediata comparación con el pasado reciente y con Carlos Bianchi.
La facilidad con la que domina su grupo (siete puntos, producto de un empate 0-0 ante el Santiago Wanderers como local, una victoria como visitante 2-1 frente al Emelec, otra victoria en la Bombonera 2-0 ante el Montevideo Wanderers) contrasta con la floja campaña que viene realizando en el Clausura, en el que recibió y conquistó ocho goles, una carencia ofensiva que llevó a Tabárez a apuntarle al problema de la definición, aunque minimizando presuntas falencias en la zona defensiva (ver aparte).
Sin embargo, el equipo es, básicamente, el mismo, porque Tabárez no dispone de la riqueza de plantel que tiene, por ejemplo, River. La diferencia está, obviamente, en la calidad de los rivales: son muchos más débiles los que le toca enfrentar a Boca en el torneo continental (como nunca, favorable a los equipos argentinos por el nivel de competencia) que los de cabotaje.
Además de mantener a raya las presiones por resultados, una campaña favorable en la Libertadores podrá cimentar el prestigio de Tabárez, que no ha logrado hacer aún pie desde que regresó a la Boca. Los frescos recuerdos que ha dejado Bianchi resultan inevitables cada vez que este Boca juega un partido, por el torneo que sea. Y de aquel equipo exitoso a éste en formación hay grandes trechos. Que River sea el puntero cómodo en el Clausura no ayuda, tampoco, a ganar tiempo.
Tabárez sigue en procura de la solución de lo que advierte como problema más importante: el ataque. Esta noche no estará Guillermo Barros Schelotto, y tendrá que decidir entre Carreño o Bracamonte para acompañar a Delgado. Aunque las opciones no son excitantes, el uruguayo se arregla con lo que hay: en el fondo, él y Macri creen que no existe en el mercado un “9” que vaya a solucionarle el déficit. “Un Palermo aparece de vez en cuando” dicen por lo bajo, especialmente cuando rondan los intermediarios ofreciendo jugadores para el puesto.
Esta noche tampoco estarán Serna (aquejado por un golpe en una rodilla) y Riquelme (que sufre una distensión de ligamentos en la rodilla derecha), lo que puede complicar el trámite. Pero el plantel tiene la oportunidad de demostrar, como dice el técnico, que está “golpeado pero de pie”; un resultado favorable en Viña del Mar serviría para aliviar el momento, y para ganar terreno en la reconstrucción del equipo, la tarea que puede salvar el bache.

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