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River hizo pata ancha en el primer Superclásico del año y superó a Boca con un gol de penal de Leonardo Pisculichi. Sin sobresalir ni esquivarle a los roces, el conjunto de Marcelo Gallardo se mostró compacto, fue eficaz y sacó rédito de las expulsiones de Silva, Peruzzi y Díaz. Sobre el final, Maidana y Pisculichi, que ya había sido reemplazado, también vieron la roja. Un tumulto pudo llevar a la suspensión, pero finalmente se completó el duelo de ida de la Copa Luis Nofal, disputado en un José María Minella que lució repleto. La revancha se jugará el próximo sábado en Mendoza.
El partido arrancó bien caliente. Ninguno quiso ceder protagonismo, por eso se apeló a la marca pegajosa, la pierna fuerte e incluso a alguna plancha. En medio de los enojos, y antes de los cinco minutos, Barovero evitó un gol en contra de Maidana, producto de una carambola en el área. Para ese entonces, River intentaba jugar por abajo y ser prolijo, mientras que Boca apelaba al pelotazo desde el fondo para sus atacantes. Tan áspero estaba el juego que el joven debutante en el Superclásico, Jonathan Silva, se fue expulsado a los once minutos por una brutal patada a Gabriel Mercado, a quien sacó lesionado de la cancha.
Cuando Boca intentaba acomodarse con un jugador menos, Carlos Tevez levantó la mano en un tiro libre en contra y Loustau, a instancias de su asistente, cobró penal. Leonardo Pisculichi, especialista en pelotas paradas, acomodó la pelota a la derecha de Orion y marcó la apertura.
Daniel Osvaldo, quien se reencontró con Carlos Tevez luego de sus andanzas en Juventus allá por 2014, hizo su aparición futbolística a los 25 minutos, con una media vuelta que se le fue alta. Hasta entonces, el delantero que selló su regreso desde el Porto de Portugal había sido más protagonista por las peleas y la protesta que por su fútbol. Tal como la mayoría de sus compañeros, que parecieron empeñados en demostrar carácter y personalidad y no el juego que los llevó a dar dos vueltas olímpicas.
Tevez pudo redimirse a la media hora. Leyó bien un adelantamiento de la defensa de River, picó el vacío, pero se demoró en la definición y posibilitó que Maidana desviara su definición. Luego de esa chance, el conjunto de Gallardo siguió demostrando su supremacía. Apeló al juego asociado, a la proyección de sus laterales, las pinceladas de Pisculichi, que tuvo el segundo con un zurdazo desde afuera del área a los 37 minutos, y a la peligrosa presencia de Lucas Alario. En el 4-2-3-1, también se destacaba por izquierda el debutante Ignacio Fernández.
Patricio Loustau, que fue ganando protagonismo al ritmo de las patadas, y que había acertado con la roja a Silva, le perdonó la vida a Cubas antes de que terminara la etapa inicial. El volante central bajó con violencia a Luis González un instante después de haber sido amonestado.
En el complemento los jugadores parecieron calmarse y la pelota comenzó a rodar sin tantas detenciones. A pesar de la desventaja numérica y en el marcador, Boca se adelantó en la cancha impulsado por su dupla de ataque y por el ingreso del polifuncional Leonardo Jara, mientras que River parecía agazapado, a la espera de una desatención para asestar el golpe letal. El rigor que no tuvo con Cubas, el árbitro lo aplicó con Peruzzi, a quien castigó desmedidamente con una expulsión. Boca se quedó con nueve y se abroqueló en el fondo para seguir con vida, al tiempo que River no encontraba los caminos para ampliar la ventaja. Por un exceso verbal Daniel Díaz también dejó la cancha y luego le tocó a Maidana, por tirarle un cabezazo a Tevez. Nada de amistoso y poco fútbol en un Superclásico para el olvido.
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