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Deportes|Jueves, 15 de enero de 2004
EL SUB-23 GOLEO 5-2 A ECUADOR EN CHILE

Triunfo para seguir creyendo

El equipo de Marcelo Bielsa tuvo media hora muy buena en el arranque del partido y lo supo rematar cuando se puso difícil. Apareció el conductor, hubo goles y juego para disfrutar.

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Luis González celebra su gol, el primero de Argentina, el empate tras la apertura del marcador.
Cuando a los 40 segundos Wilfredo Caballero cometió un innecesario penal que el ecuatoriano Franklin Salas transformó en gol, súbitamente se corporizaron los fantasmas que había despertado la Selección Sub-23 en sus primeras actuaciones en el Preolímpico de Chile. Pero a continuación, lejos de la pesadilla, el conjunto de Marcelo Bielsa bordó los mejores 30 minutos que se le vieran en este torneo, exhibiendo una superioridad irreprochable frente a un rival que parecía muy difícil y que terminó superado. El equipo argentino tuvo, en esa media hora, respuestas para todos los interrogantes abiertos, planteados aquí un día atrás.
- El estratega. Bielsa había planteado ciertas dudas cuando eligió a Medina para hacer de doble cinco con Mascherano, sin utilizar a Domínguez como reemplazante del suspendido Clemente Rodríguez. Pero las dudas las despejó Lucho González, erigido en el cerebro del equipo. Despierto, la elegancia de su toque fue marcando el ritmo una vez que el conjunto –gracias a Medina y Mascherano– retuvo el control del medio. Lucho jugó e hizo jugar, y a su alrededor se animaron más Mariano González, por la izquierda, lo mismo que Ferreyra, imparable en sus subidas, y Delgado, tirado al medio o a la derecha, rotando con Tevez.
- El gol. La Argentina enterró en 16 minutos la discusión sobre su precisión para convertir. Primero, con el tiro libre bombeado de Luis González que recorrió al área y entró mansa junto a un palo. Después, con una combinación que nació en un centro de Mascherano, se simplificó en un taco en el área de Mariano González y se resolvió con un caño de Ferreyra al arquero Corozo. Después, con otro centro de Ferreyra, que Leandro Fernández peinó al segundo palo. Es cierto que cada centro sobre el área ecuatoriana era medio gol, pero oportunidades la Argentina siempre había tenido: anoche las concretó.
- El juego. Se insiste que esos 30 minutos iniciales fueron lo mejor de la Argentina en el torneo; el césped del estadio de La Serena ayudó a que el equipo pudiera tocar de primera y generar jugadas, pero la actitud también pareció otra, con un conductor más marcado y mejores rendimientos individuales. Cuando Ecuador se acercó con un cabezazo de Perlaza (y pudo empatar), un bombazo de Ferreyra al ángulo tranquilizó al equipo en el complemento y volvió a hacerlo dominador. El gol de Delgado, de chanfle al segundo palo, fue un lujo que coronó esa superioridad.
- El cerrojo. El tempranero gol ecuatoriano no simplificó el problema sino que la endeble condición defensiva del rival le resolvió la ecuación al equipo argentino. Sobraron espacios, pero también la rotación y el toque de primera los abrieron.

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