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Deportes|Viernes, 16 de abril de 2004

“Si no se disfruta el juego, el fútbol no tiene sentido”

Francisco Maturana, el emblemático entrenador colombiano que trabaja en Colón, se mantiene fiel a una forma de entender el deporte más popular del mundo y es capaz de gozar con los rivales.

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“En nuestra profesión siempre hay que tener una maleta preparada para salir volando cuando los resultados no se dan.”
–Después de nueve fechas, ¿puede usted hacer un balance sobre su trabajo como entrenador en el fútbol argentino?
–Pues no sé si se puede hacer algo como un balance, pero me siento muy contento aquí. Este es uno de los campeonatos más difíciles del mundo y siempre quise trabajar en él. En cuanto a mi gestión en Colón, creo que las cosas están saliendo bien. Todavía nos falta mucho que mejorar, pero creo que vamos en camino de convertirnos en un equipo competitivo. Sufrimos un duro traspié con River, pero tenemos jugadores como para recuperarnos y salir adelante. Todavía hay muchos partidos por jugar.
–¿Cuál es la particularidad del campeonato local que más le atrae?
–Lo más atractivo es que cualquiera le puede ganar a cualquiera. Hay un nivel muy exigente. Eso es lo más seductor que tiene y lo hace prácticamente único. Dirigir acá es, para mí, la concreción de una larga aspiración, porque en este país se respira fútbol todo el tiempo. Y eso me gusta mucho.
–Pero en el fútbol argentino se habla mucho de la presión que ejercen los hinchas, los dirigentes y hasta el periodismo. ¿Se siente ajeno a todo eso?
–La verdad es que no me siento presionado. La gente aquí me ha tratado con mucho respeto y afecto. La prensa deportiva puede ser dura a veces, pero tiene un nivel de crítica y profesionalismo que es muy difícil de encontrar en el resto de Latinoamérica. En cuanto a los hinchas, es impresionante lo que saben de fútbol. Cuando se iniciaron las tratativas para vincularme a Colón, me encontraba en Buenos Aires y decidí ir a ver un partido de Independiente. Estaba en la platea cuando un jugador decidió encarar hacia el arco. Un chico, detrás mío, dijo con toda claridad: “Mirá, es un burro. Encaró una diagonal con la pierna cambiada”. Era un niñito que no tendría más de 10 o 12 años, y hablaba con muchísima autoridad, como si hubiese visto fútbol durante toda su vida. Eso es algo que solamente se puede encontrar en las tribunas de las canchas argentinas.
–¿Los torneos cortos conspiran contra el trabajo de los entrenadores?
–En parte sí, porque lo que necesita un entrenador es, por lo menos, un año para encontrar un equipo, una línea de juego. Pero, si no fuera así, River y Boca ganarían todos los campeonatos por más de diez o doce puntos. De esta forma es más divertido porque todos los demás tenemos más chances de pelear. De acercarnos a la punta y también de salir campeones.
–¿Pero este sistema de competencia no perjudica la continuidad de los técnicos?
–Posiblemente, pero éstas son las reglas del juego y hay que adaptarse a ellas. Además, un entrenador debe estar preparado para irse en cualquier momento. En nuestra profesión siempre hay que tener una maleta preparada para salir volando cuando los resultados no se dan. Por eso creo que hay que disfrutar con cada jugada, con cada pase, con cada remate desde afuera del área como si se tratase del último, porque de buenas a primeras te pueden echar. Por eso creo que si no se disfruta del juego, todo esto no tiene sentido. No divertirse con el fútbol es casi un pecado. Pierdes un par de partidos y a la mierda, por eso hay que disfrutar mientras estás con un equipo.
–¿Realmente usted vive el fútbol de esta forma o es una mera pose para transmitir tranquilidad a sus jugadores?
–Es así. Lo vivo de esta manera. Cuando mi equipo no responde, como el domingo ante River, se puede disfrutar con el juego de los rivales. Por cierto que me gustó cómo jugó River. Gocé con Cavenaghi, Luis González y Montenegro. Tras la mala actuación de Colón me quedó ese consuelo.
–Respecto del partido contra River, usted habló de falta de actitud por parte de sus jugadores. ¿No fue demasiado duro?
–Dije lo que sentí. No vi un buen partido de mi equipo y lo hice saber. No se trata de ser demasiado duro o blando sino de no ser hipócrita. De todos modos creo que tenemos material como para recuperarnos de ese tropezón. Creo que este equipo tiene mucho para dar.
–¿Volvería a plantear el mismo partido?
–Creo que no. Con un equipo como River no se puede cambiar ataque por ataque. Tal vez nos equivocamos.
–¿Cómo se explica que, con la visión del juego que usted expresa, tenga tan buena relación con Carlos Bilardo, que profesa una concepción totalmente distinta de la suya?
–¿Por qué no debería tener una buena relación con él? Si se puede convivir perfectamente con alguien que piensa distinto de uno. Se trata de fútbol, de un juego. Nadie se puede enemistar tanto con una persona cuando hay una pelota de por medio. Respeto mucho a Bilardo por la gran trayectoria que tiene como entrenador.
–Tras el famoso 5-0 a la Argentina en el año 1993, el jugador colombiano comenzó a ser requerido aquí en este mercado. ¿Se siente usted responsable del proceso de este requerimiento?
–No, cada jugador está donde tiene que estar por sus propios méritos. Pero es un gran orgullo que el jugador colombiano sea requerido tanto aquí como en otros lugares del mundo, como Italia, España, Turquía o en Inglaterra. Creo que es lo que más le conviene al fútbol de nuestro país porque nuestros jugadores adquieren mucha experiencia internacional y eso terminará por beneficiar a la selección nacional.
–A propósito de la selección colombiana, ¿cuáles fueron las razones que determinaron el final de su última gestión como entrenador?
–Razones hubo muchas. Pero básicamente creo que no hubo paciencia. El aficionado colombiano manifestó mucha urgencia y una resistencia casi patológica hacia nuestra gestión. Se pidieron resultados con mucha urgencia y cada decisión era muy cuestionada. La prensa colombiana realizó críticas muy descarnadas y eso precipitó el final.
–Colombia, con usted de entrenador, llegó al Mundial ’94, en los Estados Unidos, como un gran candidato al título, pero le fue mal. ¿Puede establecerse algún parangón con lo que le sucedió al equipo de Marcelo Bielsa durante el 2002?
–Pues sí. Creo que ambos tuvimos el mismo problema. Sabíamos que había jugadores que no llegaban en su plenitud física y los convocamos igual. En mi caso, lo hice por lealtad hacia quienes me ha- bían acompañado durante todo el proceso previo al Mundial, que por cierto había sido muy exitoso. Entiendo que Bielsa pasó por algo similar; fue leal con sus jugadores, pero no pudo ponerlos a punto.
–Saliendo un poco del fútbol, ¿hay alguna solución para el conflicto armado que sufre Colombia desde hace 40 años?
–La salida está muy lejana. En lo personal, no veo la luz en el túnel, pero creo que, si existe una solución, debe ser política más que militar. El Estado colombiano debe negociar, pero desde una posición de fuerza, de autoridad, creo que en este sentido el gobierno del presidente Alvaro Uribe está haciendo las cosas correctamente. A veces resulta muy difícil de explicar la realidad que vive nuestro país. Es muy triste que, desde hace décadas, los colombianos nos estemos desangrando de una forma tan fratricida. Pero seguimos adelante y lo hacemos porque somos un pueblo alegre que tiene muchas ganas de vivir en paz. Espero que algún día podamos conseguirlo.

Entrevista: Leonardo Castillo.

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