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Deportes|Domingo, 1 de agosto de 2004
MIKE TYSON PERDIO ANTE EL INGLES DANNY WILLIAMS

Una caída con mucho ruido

El ex campeón de peso completo volvía a pelear luego de 17 meses de inactividad, y a los 38 años dejó una imagen para el olvido. Su época dorada quedó demasiado lejos.

Por Daniel Guiñazú
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El puño derecho de Williams impacta en el rostro de un desconcertado Tyson.
Nada ha quedado de aquel Mike Tyson, nada. Aquel peleador majestuoso y temible, aquella bestia puesta al servicio del nocaut que derramó oleadas de adrenalina sobre el ring y en las pantallas de televisión de todo el planeta, ha escrito el último acto de su dramática carrera de tres décadas. Terminó de la peor manera posible, sangrante, demolido, confundido. Terminó como nadie hubiera querido verlo, noqueado sin remedio en cuatro rounds por Danny Williams, un discreto pesado inglés que llegó a la pelea del viernes a la medianoche en el Freedom Hall de Louisville, porque fue el único que aceptó los 250.000 dólares que el promotor Chris Webb ofrecía como bolsa. Nada más puede esperarse de Tyson después de esta derrota. El boxeador más excitante y comercial del último cuarto de siglo, el más temido, el más intimidatorio, el que se creyó (y lo creyeron) invencible, ha llegado a su fin.
Sin embargo, resulta aventuradodarles a estas líneas untono definitivo de réquiem. A los 38 años Tyson está quebrado, debe 38 millones de dólares y no habría que descartar, más allá de lo que por estas horas pueda afirmarse o suponerse, que siga en actividad. No por la gloria pero sí por el dinero, rematando lo que quede de su prestigio a precio vil. Algo aparece claro en estas horas de estupor: el Hombre de Acero ya no tiene destino posible en el primer nivel del boxeo mundial. Ha dejado de interesar. Pero, forzado por la cara de hereje de su necesidad, podría llegar a hacer un par de peleas de segundo o tercer orden en los Estados Unidos, en Europa, en Japón o en China, donde su nombre todavía mantiene resonancias. Sería una pena ver a novatos o a mediocres ambiciosos tomando prestada la fama inmensa de Tyson para trepar en los rankings o hacerse paso rumbo al futuro. Pero no una novedad: ya le ha pasado a otros, tan celebres como él. Joe Louis, Kid Gavilán y Sugar Ray Robinson, por citar sólo a algunos, acabaron así sus días en el boxeo.
La última puesta en escena de Tyson ante el mundo luego de 17 meses de inactividad sirvió para comprobar de qué manera sus 38 años y los tranquilizantes y antidepresivos consumidos generosamente en todo este tiempo mellaron aquella imparable máquina de pelea hasta convertirla en un mecanismo hueco. El Hombre de Acero (105,700 kg) fue una versión más o menos parecida a sí mismo apenas en los dos primeros asaltos. En esos seis minutos se volcó sobre Williams (120.200 kg) para quebrarlo rápido, lo llevó contra las sogas, le hundió poderosos ganchos de izquierda en las costillas y le levantó la cabeza con bravos ascendentes. Pero no pudo poner una sola mano definitoria. Y rápidamente se quedó sin energías y, lo que es más grave, sin fe, sin convicción de victoria. Como si superar inconvenientes y hacerse potente en la adversidad no fuese para él. Le pasó a Tyson lo mismo que contra Holyfield y Lewis: le falló el corazón. Y hasta el orgullo.
Williams se percató de que Tyson ya no era Tyson en el tercer round. En esa vuelta, el árbitro Dennis Alfred le descontó dos puntos, primero por pegar después de la orden de alto y luego por un presunto golpe bajo. Pero fue él quien, pese a todo, terminó mandando en la furia de los cruces, aprovechando las menguadas reservas del Hombre de Acero y una herida abierta en el párpado derecho. En el cuarto asalto Williams esperó su momento. Y en el último minuto descerrajó una sucesión de 22 golpes consecutivos a la cabeza que Tyson recibió indefenso, resignado, entregado a la derrota.
Antes de su hecatombe, Tyson intentó detener la paliza con unaderecha cruzada que marró por poco. Cuando vio que la mano no había llegado a su destino, agachó la cabeza, cobró los cañonazos finalesde Williams y se deslizó sobre las cuerdas hasta escuchar, herido, vencido, humillado, la cuenta de diez. Increíble pero cierto: Tyson se va del boxeo rodando por el piso. Al peleador temible habrá que agradecerle estos 19 años para la historia en los que generó millones y polémicas como ninguno y destruyó y se destruyó sin misericordia. Al hombre de la vida intensa, llena de gloria y de vergüenza, a partir de hoy, habrá que pedirle calma. La va a necesitar ahora que ya no estarán apuntándole todos los reflectores del mundo.

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