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Deportes|Martes, 10 de mayo de 2005
EPISODIOS DE ANTISEMITISMO EN EL FUTBOL ARGENTINO

Los reglamentos no alcanzan

La AFA no castiga casos como el de Talleres y las esvásticas porque, ante la falta de herramientas legales, le escasea la voluntad política. Castrilli pidió “el mayor rigor punitivo”.

Por Gustavo Veiga
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El episodio de la esvásticas en Talleres podría deberse a una tapadera del crimen de un hincha.
La aparición de dos banderas con esvásticas durante el partido entre Talleres y Gimnasia de Jujuy, el jueves 28 de abril, ha puesto en evidencia una vez más el antisemitismo que campea a lo largo del país, pero también expresa las dificultades que existen para castigar ese tipo de conductas en el fútbol. Con tremendismo, uno de los integrantes del órgano fiduciario que administra la quiebra del club cordobés dijo que “Grondona y el Tribunal tienen para patear un penal sin arquero. Y el ejecutor es la comunidad judía”.
El secretario general de la DAIA, Julio Toker, le aseguró a Página/12 que esa entidad presentará un proyecto para castigar con la quita de puntos a las instituciones que sirvan de marco a actos discriminatorios. Pero la idea no habría caído nada bien en la AFA. Mientras tanto, allegados a los dos jóvenes que portaban las insignias nazis sostienen que tenían otro significado: “Amor, paz y siempre juntos”. Un símbolo del absurdo y la sinrazón que también derivó en la visita del plantel de Talleres a una sinagoga y en el compromiso de que un rabino dará charlas en el semillero del club.
No es la primera vez que un hecho discriminatorio contra la comunidad judía y la sociedad en general se produce en las tribunas de un estadio. Pero sí da la impresión de que, en esta oportunidad, el episodio de Córdoba podría ser severamente castigado. El problema para quienes impulsan un fallo ejemplarizador es que el artículo 88º del Reglamento de Transgresiones y Penas no contempla sanciones muy duras.
Las medidas que contiene van desde amonestaciones a multas por el equivalente a entre 21 y 75 entradas o instar al club a los fines de que “adopte las medidas pertinentes, para evitar la repetición de tales hechos”.
Las reglamentaciones del fútbol van detrás de las demostraciones racistas o xenófobas y no debería llamar la atención semejante morosidad. El director ejecutivo de la DAIA, Claudio Avruj, en la presentación del último Informe sobre antisemitismo en la Argentina (2004), señala la ausencia de esa forma de discriminación “en todo el sistema penal argentino”.
En efecto, las normas no serán tan determinantes en el tipo de sanción que se le aplique a Talleres, como la decisión política de la AFA para hacerlo. Y en esta cuestión no debe perderse de vista la firme posición de la DAIA y el antecedente de que, en julio de 2003, avanzó en una querella contra Grondona por injurias calificadas, aunque mediaba un pedido de disculpas por carta a las expresiones que el dirigente había vertido en el programa televisivo El Sello (“No creo que ningún judío pueda ser árbitro de Primera porque es muy difícil, y ellos nunca buscan lo difícil”). Recién el 26 de marzo de 2004 se extinguió la acción penal contra el presidente de la AFA cuando reiteró sus disculpas en una audiencia de conciliación.
Los administradores de la quiebra de Talleres, encabezados por el juez cordobés Carlos Tale, saben que se avecina un fallo que puede complicar más aún el delicado presente económico de la institución. Y es que si el club recibiera una categórica sanción deportiva, vería comprometida su permanencia en la B Nacional, a la que descendió a mediados del año pasado. Otra caída semejante al torneo Argentino A profundizaría la crisis y le reduciría de manera ostensible sus recursos.
Por eso, Mario Sarrá, un idóneo dirigente deportivo de Talleres, –aquel que acuñó la frase del penal sin arquero– se movió en Buenos Aires con celeridad. Se reunió con el presidente de la DAIA, Jorge Kirszenbaum, juntó firmas de respaldo entre los dirigentes de otros clubes y hasta les pidió comprensión a los periodistas sobre un asunto tan delicado. Incluso sugirió durante la reunión de la divisional, que se realiza todos los martes en la AFA, cómo la policía de Córdoba pudo estar detrás de las esvásticas.
Esa hipótesis, surgida después que se comprobó la responsabilidad de un uniformado en el crimen del hincha de Talleres, Jorge Martín Castro, el 16 de abril, no debería descartarse. Quienes piensan como Sarrá, presumen que la aparición de símbolos nazis fue para tapar el asesinato. Los menores que portaban las esvásticas pueden ser una coartada –no son imputables– y hasta justificaron su exhibición con una estupidez nada creíble: “Significan amor, paz y siempre juntos”.
Todos estos elementos que investiga el fiscal de Córdoba, Jorge Aradas, pueden demandarle una larga comprobación. Lo más seguro es que el Tribunal de Disciplina de la AFA se expida mucho antes que la justicia ordinaria. En esos dos planos se mueven la DAIA, Talleres, Julio Grondona y funcionarios como Javier Castrilli, quien le pidió a los dirigentes del fútbol argentino “el mayor rigor punitivo a la hora de castigar la exhibición de banderas con cruces esvásticas”. Un rigor que la AFA nunca aplicó en circunstancias parecidas.

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