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Deportes|Domingo, 21 de agosto de 2005
SERGIO HERNANDEZ, DT DE LA SELECCION DE BASQUETBOL

“Iremos a ganar el torneo”

El entrenador asegura que no lleva un equipo B al Premundial de Dominicana y que no le teme a la comparación con los campeones olímpicos.

Por Ariel Greco
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Sergio Hernández, entrenador de la selección de básquetbol.
Sergio Hernández se muestra confiado. Es consciente de que su oportunidad como entrenador de la Selección Argentina de básquetbol le llega en el momento más arriesgado, con la mochila que significa sumarse al equipo que logró la medalla dorada en los Juegos Olímpicos. Pero no le teme al desafío y lo toma con naturalidad. “Es un juego en el que se gana y se pierde”, asegura en la charla con Página/12, horas antes de partir rumbo al Premundial de República Dominicana, la primera gran apuesta de su gestión. Y deja en claro que pretende dejar su impronta, más allá del pasado.
–¿Qué lo realiza como entrenador?
–Que el equipo logre un compromiso por una causa determinada, una convicción por una identidad y por un estilo de juego, y que disfrute de eso. Eso me hace feliz. Traducido sería un equipo con un juego dinámico, agresivo, provocativo, de riesgo y audacia, que siempre intente buscar los partidos y dominar al rival. Si se consigue, eso me hace saber que estoy dándole todo a mi equipo como entrenador. Por el contrario, me sacan los intereses personales, el no respeto de los roles y la autosuficiencia. Ni hablar de la falta de compromiso y el jugar por jugar. No lo entiendo.
–¿En qué momento de su vida le llega esta chance?
–Siempre uno cree que está en el punto de maduración justo. Lo pensaba cuando entré a dirigir la Liga Nacional, pero después me di cuenta de que no. Es probable que dentro de unos años diga “uy, me hubiesen gustado unos años más para tomar la Selección”. Pero hoy me siento bien. Llevo casi mil partidos, jugué por la permanencia, por el medio, salí campeón, perdí finales y jugué por todo lo que se puede jugar acá. No sé cuántas cosas más puede hacer un entrenador para decir “bueno, todavía no es mi momento”. No hay que perder de vista lo que decía Bonavena, que la experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado. No voy a esperar a estar pelado para agarrar el peine.
–¿Cómo toma el riesgo de asumir tras los logros de la gestión anterior?
–No lo pienso. Cuando llegás a un equipo en la situación inversa, no podés quitarte presión. Y acá no podés exagerarla. Trato de analizar lo menos posible para no cargarme con esas cosas, pero soy consciente de que la lupa está sobre mi puesto. Igual, nunca tuve mucho miedo a perder o al fracaso. Me permite ser un poco más audaz a la hora de tomar decisiones. No pasa nada, es ganar o perder. Me gusta ganar, quiero ganar y voy a estar feliz si logro algo importante y muy triste si no lo logro. Alguien lo tiene que hacer. Prefiero correr el riesgo desde adentro y no perdérmelo desde afuera.
–¿Cómo se motiva a un grupo que se supone que casi no va a tener chances de cara al Mundial?
–Son inteligentes, no están pensando en el año que viene. Este no es un torneo de preparación, es un objetivo en sí mismo, con un equipo en sí mismo. No se puede pensar siempre en usar las cosas como trampolín. Sirve de motivación, de disparador, pero cuando uno está siempre deseando otra cosa, no hace bien lo que tiene que hacer. Vamos a Dominicana a cumplir el mejor papel, a jugar nuestro mejor básquetbol. Ahora no estamos preparando nada, vamos a intentar ganar el Premundial, por más que para alguno suene utópico. Esa es la mentalidad. Japón 2006 se va a empezar a preparar cuando termine el Premundial.
–¿Le tiene miedo a la comparación con los olímpicos?
–Es parte del juego, pero no podemos pensar en todo lo que hicieron los olímpicos. Eso es pasado. No pensamos en que somos el equipo B, somos la selección argentina, le guste a quien le guste. Son los jugadores que resignaron sus vacaciones para ponerse la camiseta, los que asumen el riesgo de ser comparados con los olímpicos, los que aceptaron la convocatoria, los que hace un mes que están viajando por el mundo. Son jugadores valientes y que me llenan de orgullo. Voy a disfrutar y sufrir tal cual lo haría con el grupo que estuvo en Grecia.
–¿Les bajó ese mensaje para que no se presionen?
–Este equipo está conformado por jugadores que ya tienen un nombre, de primer nivel, que tienen en claro que son ellos mismos. No se consideran el guardaespaldas de Ginóbili, el reemplazante de Oberto. Tienen la autoestima bien alta y saben que tienen que hacer su camino. Román González no tiene un poster de Oberto en su habitación. Lo respeta, lo admirará, pero él quiere ganar por sí mismo. No están pensando siempre en el que tienen arriba, por eso no hay necesidad de quitarles presión. Lo que sí les aclaré es que no estoy evaluando jugadores para 2006. Por más buenas actuaciones o malas que haya acá, yo no voy a asegurar ni descartar nada.
–¿Que le dejó el Mundial U-21?
–El equipo no alcanzó a jugar bien, con poco volumen ofensivo, pero era algo que ya sabíamos. Pero de ahí a hablar de fracaso, de papelón, es otra historia. Tenemos que tener mucho cuidado de que la medalla de oro no nos haga mal. Nos enfrentamos con equipos de mayor calidad. En esta camada son mejores, no hay duda. La Selección no contó con esos dos jugadores que tienen puntos en sus manos, naturalmente ofensivos, pero si alguno cree que los entrenadores podemos fabricarlos..., esos jugadores nacen.
–¿Le preocupa la falta de recambio?
–No me tiene que preocupar, me tiene que ocupar. Además, es muy temprano para hablar de recambio. A lo mejor, el recambio de Ginóbili tiene 15 años y no lo conocemos, no hace falta que tenga 20. Tiene que aparecer en los Juegos Olímpicos 2012. Lo importante es que se trabaje día a día.
–¿Y que se vayan tan jóvenes afuera?
–El éxodo temprano no es bueno. La atención que van a tener acá no existe en los equipos europeos. Pero en algunos casos es inevitable. Hay que sacar la cuenta de los que se fueron jovencitos y triunfaron. Se puede hablar de Scola y Delfino, el resto jugó la Liga Nacional, aprendió el profesionalismo acá y se terminó de moldear allá. De a poquito se va a ir cambiando, nos estamos dando cuenta de que el negocio es otro.

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