Imprimir|Regresar a la nota
En esta épica que está cimentando en la Copa Libertadores 2006, a Estudiantes de La Plata le alcanza con diez minutos para ganar los partidos. Pero no diez minutos cualesquiera, no: como ya lo experimentaron el Cristal, el Bolívar, el Goiás, los diez minutos que más aprecia Estudiantes son los últimos, los que cierran el encuentro, los que permiten ubicar a cada victoria de vecina con la hazaña. La de anoche no fue la excepción, aunque la engrandeció el tamaño del rival, el campeón de América vigente, el San Pablo.
Con un hombre de más al final, pero con el sello albirrojo, ese que pega la trompada de nocaut cuando el trámite natural del partido se está disolviendo, ayer le tocó vencer a un duro, experimentado, más capaz equipo brasileño, que había hecho negocio desde el arranque, cuando perdió a un lateral, André Días, a cambio de que también saliera de la cancha uno de los goleadores de Estudiantes, Mariano Pavone.
Acaso por ese cachetazo de entrada, Estudiantes tuvo menos vigor, menos vértigo en general que en otros encuentros, en los que suele suplir cierta escasez de talento exquisito con la voluntad incansable de sus fogoneros. Ayer, acaso también por el tamaño del rival, todo le costaba el doble. San Pablo pudo haberlo liquidado a los 60, con ese cabezazo de Junior que Herrera rechazó en la línea, dio en el palo y volvió a las manos del golero, pero desperdició la chance y al rato quedó con 9 por expulsión de Lugano, por faltas reiteradas.
Ahí se agrandó el local, con la ventaja numérica y la del reloj. Lo apretó a San Pablo contra Rogerio Ceni, jugándose los últimos cartuchos, y vino el único gol del partido: pelotazo bombeado, el arquero que despeja hacia su derecha, tiro corto de Alayes buscando a Calderón en el área chica y la pelota que da en la pierna extendida de Rogerio y se mete en el arco. A lo Estudiantes.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.