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Los gays también están pendientes de los partidos del Mundial de Alemania 2006, con la ilusión de que el último tabú del mundo “muy macho” del fútbol termine por derrumbarse. Copa del Mundo mediante, la marcha del “orgullo gay” del mes de junio en Berlín se postergó un mes. Pero algunos pueden mientras entretenerse mirando jugar a los futbolistas, por ejemplo en un cine de moda de la capital, que acaba de inaugurar una sala bautizada “Gaywatch”, donde homosexuales, lesbianas y amigos pueden seguir los encuentros del Mundial desde cómodas butacas tapizadas con cuero.
“Imaginemos que (David) Beckham o Ronaldinho fueran ‘homos’ e hicieran su ‘coming-out’, lo admitieran en público... Esto ayudaría a quienes realmente lo son”, dijo Gerd Eiserbeck, futbolista aficionado, policía de profesión y gay. Eiserbeck dirige la Hertha-Junxx, la asociación de hinchas gays y lesbianas del Hertha BSC Berlín, de la Primera División de la Bundesliga, el fútbol profesional alemán, que es el primero de su tipo en Alemania.
Hasta donde él sabe, ningún jugador de los que participan en la Copa del Mundo ha manifestado su ser homosexual. Pero, “estadísticamente, el 5 por ciento de los hombres son homosexuales, por lo que debería haber varios gays entre los futbolistas que vinieron a Alemania”, afirma Eiserbeck.
“Hay ‘homos’ en todos los clubes de la Bundesliga y, según sé, también en la Mannschaft (la Selección alemana)”, había declarado recientemente el presidente del mítico club Saint Pauli de Hamburgo, Corny Littmann, quien manifiesta públicamente su homosexualidad.
En Internet, los rumores sobre las preferencias sexuales de jugadores y técnicos son muy frecuentes. Pero los primeros siempre están prontos a acallarlos. “Los deportistas se dan cuenta inmediatamente de que no son bien vistos en tanto homosexuales”, revela la antropóloga Tatiana Eggeling. Los jugadores “homos” de alto nivel tienen que esconder sus tendencias, lo que los obliga muy frecuentemente a mentir y construir una doble personalidad, explica. “Puesto que para los otros jugadores y las federaciones es evidente que los futbolistas deben ser heterosexuales”, agrega la investigadora de Gotinga.
En la práctica, muy pocos futbolistas de elite han “salido del armario” y quienes lo hicieron tuvieron un final trágico. Como el alemán Heinz Bonn, asesinado en 1991 por un prostituto, o el inglés Justin Fashanu, encontrado ahorcado en 1998.
Actualmente, “si alguno quiere hacer su coming-out, sería algo tan mediatizado que no sé cómo un joven de entre 20 y 25 años podría soportarlo”, afirma Littmann, agregando que además el jugador en cuestión recibiría insultos en los estadios.
“Incluso en el fútbol femenino, en el que el lesbianismo parece mucho más extendido, existen cláusulas en los contratos para que las jugadoras no hablen públicamente de su vida privada”, asegura Eggeling.
Pero las cosas comienzan a cambiar. Los jugadores cuidan más su aspecto, al punto de parecerse a los modelos publicitarios. También en Italia, recientemente, una marca de ropa interior masculina se promovió con imágenes de los jugadores del Milan posando en el vestuario en poses provocativas en medio de un ambiente ambiguo.
La Federación inglesa (FA) ha sido la primera en comprometerse oficialmente contra la homofobia, señala Eggeling, mientras el Tottenham Hotspur combate los cánticos de este corte. “Se podría imaginar una campaña, la primera de este género, similar a la que tiene lugar contra el racismo en Alemania 2006”, señala la investigadora.
El francés Vikash Dhorasoo, ahora finalista de la Copa del Mundo con su selección (que jugó algunos minutos en el partido contra Suiza), padre de familia y heterosexual, aceptó apadrinar al París Football Gay. “Este club es la prueba de que se puede ser homosexual y viril”, añade Eggeling.
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