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Deportes|Domingo, 9 de julio de 2006
EL DEFENSOR FUE CLAVE EN EL TRIUNFO ANTE ALEMANIA

Grosso, el héroe inesperado de una Italia muy ilusionada

Con un gran despliegue por el lateral izquierdo, el jugador del Palermo se convirtió en figura.

Por Por Luis Martin *
Desde Dortmund
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Grosso firma autógrafos luego de un entrenamiento.

En la Via Prieto Nieni, en Pescara, la mamma Loredana veía a su hijo salir con el balón bajo el brazo a jugar a la calle y le gritaba como sólo gritan las mammas: “¡Fabio, no sudes!”. Fabio, claro, volvía sudado, tan sudado como estaba la madrugada del miércoles pasado en la zona mixta del estadio de Dortmund, donde narraba como podía el gol que abría el camino a la sexta final de la escuadra azul en un Mundial. “Fue un saque de esquina, me vio Andrea (Pirlo), y le pegué. ¿Si busqué el gol? Claro, pero no esperaba conseguirlo”, confesó. Héroe inesperado del Mundial, Fabio Grosso protagonizó contra Alemania su segundo momento de gloria. Primero mandó a Australia a casa, cuando en el minuto 90 del cruce de octavos, el zaguero Lucas Neill le hizo penal.

“Marca más goles de lo que habla”, dicen de él en el vestuario del Palermo. Teniendo en cuenta que, desde que se puso la camiseta rosa en enero de 2004, procedente del Perugia, ha jugado 90 partidos y ha marcado dos goles, se entiende por qué de Grosso se dice que es muy callado. Casado con su primera novia, Jessica Reppetto, hija del ex jugador de la Sampdoria, fue a ella, con los ojos emocionados, a quien dedicó el gol del pasado martes. A ella, a su hijo, que nacerá en septiembre, a su familia “y a todos los amigos que me quieren y que están tan contentos y sorprendidos como yo de cómo me van las cosas”, explicó. Y también aclaró: “Soy muy feliz, tanto que no he podido reprimir las lágrimas”.

Empapado en sudor y alegría, el lateral que empezó como extremo supo que contra Alemania marcó el gol número 120 del Mundial 2006. Era su segundo tanto con la azurra pues el primero se lo marcó a Escocia en Hamdemp Park, también a la salida de un corner, el 3 de septiembre de 2005. Una volea de izquierda, que significó el empate a un gol y el liderazgo de grupo en la clasificación para este Mundial, en el que por sexta vez en su historia Italia arriba a la final.

Hijo del esfuerzo más que del talento, a Fabio Grosso le ha llegado la gloria cuando ni siquiera la buscaba. “Sólo con la convocatoria ya tenía bastante”, reconoce metido en un verano inolvidable que empezó concretando un traspaso al Inter que al parecer se ha comprometido a pagar siete millones de euros más la cesión de un jugador. “Es la voluntad del jugador dar el salto a un grande”, se justificaba Mauricio Zamparini la noche que Grosso encendió Italia. El presidente del Palermo no da por cerrado el acuerdo, pero se siente honrado de tener a cuatro jugadores de su equipo defendiendo la suerte del calcio en Alemania: además de Grosso están Barone, Zacardo y Barzagli, lo cual habla muy a favor de Mauro Pederzoli, el secretario técnico fichado del Brescia que compró hace tres años a estos jugadores.

Grosso se sentía superado por saber que a históricos del fútbol italiano como Cera (ex de Italia ’70) o Cabrini (España ’82) se les llenaba la boca de elogios al hablar de su juego. “No tengo palabras, tampoco sé lo que he conseguido. Simplemente, soy tan feliz que me cuesta hablar”, relata. Quizá hoy tampoco encuentre las palabras justas.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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