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Deportes|Domingo, 30 de junio de 2002

La hora de la verdad

Tras un mes de competición, polémicas, decepciones y poco fútbol, llegó la hora de la final de Corea/Japón 2002. A las ocho de la mañana en Yokohama, Brasil y Alemania -viejos frecuentadores de finales- se verán la cara por primera vez.

Por Ariel Greco
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Ronaldo, el goleador de Brasil. Oliver Kahn, la figura de Alemania. Pierluigi Collina, el árbitro del partido. Protagonistas principales de la final esperada.
La espera se acabó. El partido más importante de los últimos cuatro años ya llegó. Brasil y Alemania jugarán en Yokohama la final de la Copa del Mundo, en un duelo entre las dos mayores escuelas clásicas del fútbol. Sumados sus logros, los dos seleccionados acumulan siete campeonatos mundiales (cuatro de Brasil, en 1958, 1962, 1970 y 1994; tres de Alemania, en 1954, 1974 y 1990), y cinco subcampeonatos. Sin embargo, brasileños y alemanes nunca se cruzaron en una Copa del Mundo.
En la historia de los mundiales, los brasileños consolidaron una tradición de fútbol vistoso, alegre y ofensivo, el “jogo bonito” que dejó leyendas como Pelé, Garrincha, Tostao, Sócrates, Romario y tantos otros. Así maravillaron al público de todo el planeta, que siempre los reconoció como los mejores intérpretes del fútbol arte. La máxima expresión llegó en México ‘70, con una selección a la que muchos consideran la mejor de todos los tiempos. Con dosis más pequeñas, en Japón y Corea, el Scratch que encabezan Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho Gaúcho dio algunas muestras del estilo histórico. Por eso, el conjunto de Luiz Felipe Scolari aparece como favorito para el encuentro de hoy.
Por su parte, Alemania influyó a la otra mitad del mundo con un fútbol marcado por la obediencia táctica, la preparación física y la mentalidad inquebrantable para vencer a pesar de todos los escollos, con nombres como Franz Beckenbauer, Gerd Muller, Paul Breitner o Uwe Seeler como estandartes.
Pese a que casi nunca deslumbraron, esas virtudes les sirvieron para construir proezas casi increíbles. En base a esa mentalidad, los alemanes ganaron partidos en los que asomaban como una fuerza inferior, siendo las finales de 1954 ante Hungría o la de 1974 ante Holanda los mejores ejemplos para afirmarlo. Basados en esos antecedentes, por más que los toscos jugadores que comanda Rudi Voeller desde el banco y lidera el enorme Oliver Kahn desde el arco no aparentan tener demasiadas chances, a los alemanes no se los puede descartar nunca. Incluso, el entrenador confesó que a su equipo le encanta llegar a la final sin el rótulo de candidato. “Brasil es claramente el favorito, pero no siempre el mejor es el que gana. Si fuese así, Brasil ya habría ganado 14 mundiales o más. Todo tipo de factores inciden en el partido”, dijo Voeller.
En el camino a Yokohama, los dos marcaron una realidad muy diferente. Luego de un comienzo dubitativo, los brasileños se afirmaron con el correr de los partidos, hasta consolidarse como el mejor equipo del campeonato. Traen una racha de seis triunfos consecutivos, todos en tiempo reglamentario sin necesidad de alargues, y una nueva victoria supondría, además del título, un record inédito en la historia de los Mundiales. En sus seis presentaciones, el conjunto de Scolari anotó 16 goles, con un promedio de 2,6 por encuentro. Además, entre sus dos delanteros estrellas, Ronaldo y Rivaldo, podría estar el goleador del torneo, ya que el jugador del Inter lleva seis conquistas, mientras que el del Barcelona ya tiene cinco. El único que puede romper la hegemonía de los brasileños es el alemán Miroslav Klose, que también anotó cinco goles. Pero más allá del poderío ofensivo a partir de la inspiración de sus atacantes, Brasil también consiguió un respetable equilibrio en defensa. Desde la seguridad del arquero Marcos, los sudamericanos apenas recibieron cuatro goles en seis partidos, tres de ellos en la primera fase.
Los alemanes fueron la contracara. Con un arranque demoledor ante Arabia Saudita el día del histórico 8-0, los de Voeller despejaron las dudas que traían desde las Eliminatorias. Sin embargo, luego esa capacidad goleadora quedó en el olvido, ya que en los cinco partidos siguientes apenas consiguieron seis tantos. Y a lo largo de todo el torneo quedó claro que su principal arma es el juego aéreo, vía por la que llegaron ocho de sus catorce goles. Ante los problemas para generar juego, las posibilidades alemanas se sustentaron en la solidez defensiva. Durante el Mundial, Alemania recibió apenas un tanto –el del irlandés Robbie Keane sobre lahora– y acumula cuatro encuentros en los que Kahn mantuvo su valla invicta.
El duelo está planteado. La improvisación y el talento de los brasileños ante la mecanización y la disciplina de los alemanes. El choque de estilos que esperó 72 años para su primer enfrentamiento mundialista.

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