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Deportes|Domingo, 15 de octubre de 2006
INDEPENDIENTE LE GANO 3-2 A CHICAGO EN UN PARTIDO QUE DIO VUELTA SOBRE LA HORA

El pibe Sosa lo salvó del infierno

Tres goles del juvenil, dos de ellos en el final, le dieron la victoria al Rojo, que no jugó bien. Los de Mataderos se imponían con dos tantos de Fede Higuaín, pero se durmieron.

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Ismael Sosa festeja su primer gol ante Chicago. El pibe cumplió una actuación consagratoria con tres tantos.

Cuarenta minutos le alcanzaron al juvenil Ismael Sosa para meterse de lleno en el corazón de los hinchas de Independiente. Ese tiempo le sobró al delantero para ingresar y anotar tres goles para un equipo que estaba dejando pasar el tren del torneo. Es que en el descuento, el Rojo caía 2-1 y despedía de sus ilusiones de título. Pero apareció Sosa para cambiar la historia. Primero con un derechazo cruzado tras un buen pase de Denis. Y luego con un zapatazo infernal que se clavó en el ángulo de Vega. Ah, un rato antes había colocado otro derechazo medido para marcar la primera igualdad. Tan impactante resultó lo de Sosa en el tiempo de descuento que opacó a Federico Higuaín, hasta ese momento la gran figura del juego con los dos goles con que Chicago, parecía, se llevaba la victoria de Avellaneda. Claro que Sosa tenía otros planes.

Tras la caída ante Godoy Cruz, Independiente salió dispuesto a lavar su imagen. Y con un Montenegro muy activo y veloz, el conjunto de Burruchaga se encargó de arrinconar a su adversario, que no tenía herramientas para sostener la presión. Un remate muy bien dirigido por Marín y un cabezazo violento de Montenegro significaron los avisos más importantes que hizo Independiente, pero en ambas ocasiones surgió la figura de Vega para resolver el problema. Parecía que no iba a poder aguantar el vendaval, pero sostenido en la firmeza de su arquero, Chicago consiguió pasar el mal momento y, de a poco, logró salir del asedio.

Entonces, con el correr de los minutos, el juego se tornó más parejo. Es que Montenegro ya no incidía tanto en el desarrollo, al tiempo que Pellerano se adueñaba de la mitad de la cancha e Higuaín encontraba espacios para hacer pesar su habilidad. De esa forma, al conjunto de Burruchaga ya no le quedaba tan cómodo el trámite. Para colmo, una pelota mal resuelta en el área propia se transformó en gol de Chicago. Es que Higuaín capturó un rechazo en la medialuna y empalmó el balón de volea para clavarlo junto al palo izquierdo de Ustari. No era justo, pero a esa altura Chicago ya había emparejado las acciones.

Ya en desventaja, el trabajo de Independiente comenzó a desdibujarse. Ni Montenegro ni Rodrigo Díaz podían asumir la conducción, por lo que los únicos intentos se limitaban a pelotazos en la búsqueda de sus delanteros. La entrada de Sosa le dio más profundidad, aunque la falta de claridad conspiraba contra la chances de llegar al empate. Pero en el peor momento, el juvenil recibió de Díaz y sacó un derechazo esquinado que se metió junto al palo izquierdo de Vega.

Más allá del empate, de contragolpe siguió siendo Chicago el más peligroso. Tanto que Ustari debió lucirse para desviar un cabezazo al corner y para taparle un mano a mano a Higuaín. Como el delantero no falló en un contraataque que comandó Viturro, todo indicaba que el triunfo se iba a Mataderos. En realidad, todo no. Sosa tenía otra idea. Entonces apareció en escena y cambió el guión. Recibió de Denis y cruzó un derechazo inapelable para el empate parcial. Y cuando el Rojo saboreaba ese puntito, otro zapatazo inolvidable de Sosa infló la red de Vega para terminar de consagrar a un nuevo ídolo.


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